La mediatizada disputa entre Héctor Daer y Facundo Moyano, con ribetes farandulezcos, parece ser más que un simple enfrentamiento personal o de posiciones gremiales coyunturales. Es que la pelea entre los diputados nacionales por el Frente Renovador en la sede de Azopardo se acerca más al preludio de un cambio profundo en la central obrera de cara a 2018, que a una cuenta que pueda saldarse por cuestiones del presente.
El extraño caso de una CGT que luego de hacer una medida de fuerza contundente salió más debilitada que el Gobierno que la sufrió, es un síntoma claro del acelerado proceso de agotamiento del «modelo de unidad» puesto en marcha hace algo más de 6 meses. Y muchos ya tomaron nota del asunto. Las posiciones tan dispares entre los distintos actores y la postura tan dubitativa de la central obrera fruto de esas discrepancias, no le permite capitalizar sus virtudes ni a los dialoguisntas ni a los combativos y termina configurando una desdibujada CGT Ni-Ni.
«Te elegimos para que conduzcas, tenes que conducir», fue uno de los reproches que le espetó el de la familia de los Moyano al de la familia de los Daer. En esa pelea de familias gremiales con reminiscencias noventosas que retorna, se puede leer el disconformismo de todos los que palpan la carencia de una figura de peso en el liderazgo. Por ello, y como salvoconducto, ya se baraja que en el acto del 1° de Mayo en Obras Sanitarias haya un sólo orador. Por su puesto no será Carlos Acuña. El lugar sería para Juan Carlos Schmid que le ganó la pulseada a Daer.
Pero esa es una salida de emergencia en un acto unplugged para unas 5 mil personas. Según relató una importante fuente cegetista, a mediano plazo ya se empieza a cocinar un nuevo marco de alianzas que muy probablemente empiece a visibilizarse tras las elecciones de este año, donde la mayor parte de los dirigentes espera que se resuelvan los candidatos para definir sus posicionamientos (unas PASO entre Randazzo y Scioli podría complicar mucho a Massa en su plan de captar apoyos gremiales). Allí podría comenzar a definirse el quiebre del equilibrio sellado el año pasado.
La idea sería volver a bifurcar los caminos del moyanismo y de «Los Gordos», dejando dos nucleamientos con estrategias bien claras y distantes. En busca de reconfigurarse los de Hugo Antonio entablan conversaciones con espacios que mantienen distancia con el triunvirato como la Corriente Federal y hasta con el MASA, en busca de un futuro en común en oposición abierta.
En ese esquema Pablo ganaría poder, acorde con el alto perfil que cosechó metódicamente en el último tiempo, y podría recaer fuerte parte del peso público en una figura joven con proyección que los diferencie de los eternos caciques de quienes queden de la vereda de enfrente. La incógnita, es que hará el impredecible «Bandeja» Barrionuevo, hoy sorprendentemente con la cara pintada contra el Gobierno Nacional, luego de haber apostado fuerte a la llegada de Macri al poder y haber quebrado el acto unitario del 1° de mayo del año pasado para almorzar con el Presidente.