En una carta dirigida a la propia presidenta, la comisión interna del diario resumió así el conflicto: “El Grupo Crónica creó una nueva razón social, Aconcagua SA, de la noche a la mañana, y armó una mudanza en 24 horas (violando un compromiso asumido en el Ministerio de Trabajo). Acto seguido, presionó a muchos trabajadores para que firmaran un nuevo contrato laboral, armó una “lista negra” con 128 trabajadores de Crónica y BAE, incluyendo la totalidad de los miembros de sus comisiones internas, y hasta hoy impide, con patovicas en la puerta, su ingreso a la nueva redacción”.
Una de las últimas movidas del Grupo Olmos (los hermanos mendocinos Raúl y Alejandro, dueños de Crónica y BAE) fue la semana pasada cuando hizo votar una “junta electoral” para elección de “delegados” y pro-patronales en la nueva redacción de la calle Combate de los Pozos. Tras el rechazado de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA), se mantienen las comisiones internas que los trabajadores han elegido de manera libre y legítima, pero a las que la patronal sigue manteniendo apartadas en la vieja redacción de la calle Mitre.
Los voceros de los Olmos han dicho que los trabajadores que no pasaron a Aconcagua SA “no tienen lugar” en la nueva empresa, y quedarán en empresas “residuales”. Para los trabajadores, el Grupo Olmos actúa con el objetivo de precarizar y flexibilizar. Con las multitareas quiere cambiar las condiciones de trabajo dentro de la nueva empresa. Algo que ahora se denomina “convergencia”, y que para el delegado Emiliano Gullo “es el problema de fondo” y se repite en las redacciones de todos los diarios, como Clarín y La Nación.El Grupo Olmos y sus abogados afirman abiertamente que el Estatuto del Periodista y el Convenio Colectivo hoy vigentes son “anticuados” y traban la “competitividad”.
Existen antecedentes para temer. El año pasado, los trabajadores de otro medio del grupo, el diario El Atlántico de Mar del Plata, fueron “transferidos” a un portal de Internet, Crónica de la Costa. Pese a la promesa de que no iba a haber despidos, al cabo de cuatro meses, de los 48 trabajadores sólo quedaron 18; los demás fueron presionados para abandonar la empresa.