Si bien la conflictividad laboral se encuentra en niveles altos, la mayoría de las situaciones se produce en el nivel micro, es decir, en los lugares de trabajo. Esta situación marca que las estructuras sindicales nacionales se encuentran retraídas y con perfiles dialoguistas, más allá de las diferencias políticas.
El año pasado el grueso de la conflictividad se desarrolló en los lugares de trabajo, donde se produjeron 850 confrontaciones que terminaron con medidas de paro. Con o sin apoyo de las estructuras superiores, los sindicatos de base protagonizaron la disputa sindical.
Como contra cara, las estructuras sindicales nacionales a los largo de 2013 sólo encararon 18 conflictos, lo que implica un 35% menos que el año anterior.
A pesar de estos datos, esta semana estamos frente al posible retorno de los conflictos laborales a nivel nacional de distintas actividades. Colectiveros, bancarios y metalúrgicos se encuentran en posible colisión con las patronales, aunque las motivaciones que los impulsan son más que variadas.
Por un lado encontramos que los colectiveros (UTA) liderados por Roberto Fernandez declararon una medida de fuerza de carácter nacional para el día de mañana. Aunque se realizan negociaciones para destrabar la situación podría ser el primer paro de intensidad en el marco de las negociaciones salariales del sector privado.
A pesar de haber sido un año complejo en las negociaciones salariales con una inflación en los niveles más altos del kirchnerismo, las paritarias del sector privado fueron cerrando sin mayores medidas de fuerza.
En la ronda inicial de paritarias, salvo casos aislados, no se llegó a huelgas para poder alcanzar acuerdos. A diferencia de lo ocurrido años anteriores, en un contexto todavía más complejo, las negociaciones por las recomposiciones salariales no tuvieron los niveles de confrontación esperables.
También para esta semana se anunció un paro nacional de la Asociación Bancaria. La situación en este caso es diferente. Los trabajadores reclaman la reincorporación de despedidos en la la Caja Popular de Ahorros en Tucumán y además la medida de fuerza servirá para protestar por la represión que sufrieron hace diez días quienes reclamaban las reincorporaciones.
Las motivaciones de los bancarios, entonces, se diferencian de las que llevan al conflicto a los colectiveros y también las que impulsan a los metalúrgicos.
Los metalúrgicos también se encuentran en plena situación de confrontación con las empresas siderúrgicas. Hace semanas reclaman que las firmas del sector apliquen lo acordado en paritarias y cumplan con lo pautado. La situación, que por el momento se encuentra en conciliación obligatoria ya motivó un paro nacional de 24 horas en la siderurgia y podría determinar más medidas de fuerza
Lo que sorprende es que ninguna de las conducciones de los tres gremios nacionales que podrían marcar el pulso del retorno del conflicto nacional por rama es opositora. Si bien los coqueteos entre el colectivero Roberto Fernandez (UTA) con Hugo Moyano lo llevaron a sumarse al paro general del sindicalismo opositor del pasado 10 de abril, hoy todavía se encuentra enrolado en la CGT que lidera el metalúrgico Antonio Caló.
Ya se tejieron los puentes desde el Ministerio de Trabajo para tratar de descomprimir las tres situaciones. El reloj corre. Veremos si hay tiempo de desactivarlas.