Para no desvirtuar la idea expuesta a continuación, lo primero que tenemos que decir es que creemos en la necesidad y legitimidad de los aparatos, en la política del campo popular. Los muchachos del agite y del aguante no son diferentes -en cuanto a su finalidad- a los aparatos de los poderosos que operan en grades medios de comunicación, juzgados y oficinas gubernamentales. Las movilizaciones, a fuerza de micro, no difieren de las acciones corporativas que ejercen sobre sus empleados los dueños de la sartén, no hay diferencia ontológica alguna entre los que suben compañeras a los bondis para defender los planes y los dueños de bancos que mandan a sus empleados a las calles, incluso sábados y domingos, para llevarse la mejor tajada del blanqueo.
Dicho esto, lo primero que destacó la Plaza del Congreso el 18N es la enorme disparidad entre los aparatos que apuntalaron la convocatoria. Fernet, cotillón y ropa de trabajo identificatoria del gremio, por el lado de la Avenida Entre Rios, y sobre el lado de Hipólito Yrigoyen, frentes de columna y ordenamiento “piquetero” de las mismas (seguridad encuadrando la movilización), por el lado de las organizaciones sociales dónde las botellas de agua y algún que otro mate eran toda la vianda. A las 16 horas, cuando arrancaron los oradores, uno podía transitar entre ambos universos con tan sólo cruzar la plaza a la altura de Solís.
Esta disparidad alcanzó ribetes folkclóricos en el escenario, ver a Carlos Alderete -de la Corriente Clasista Combativa- siendo aplaudido por Amadeo Genta puede ser interpretado como la síntesis necesaria para enfrentar las políticas neoliberales, o como un ejercicio gatopardista en el cual todos creen que ganan. Pero las políticas depredatorias de salario y empleo no cambian.
Ese es el problema central que plantea el 18N para adelante. La CGT que gambeteó el paro para priorizar la negociación termina dándole marco institucional al reclamo de los trabajadores informales, a riesgo de no conseguir nada para sus representados y tener que dar un paso atrás si las organizaciones deciden profundizar la lucha ante la ausencia de respuesta. O, por el contrario, si como todo indica le otorgan algunas de las demandas a las organizaciones, haber quedado a la retranca de la pelea y empezar el año electoral con las costillas contadas por parte de todo el sistema político y por sus bases. La izquierda festeja, ya consiguió hacer pie en un sindicato de la CTA (Neumáticos) y se convence que el contexto le es propicio para dar el salto a los sindicatos de la CGT, especialmente aquellos afectados por achicamiento de mercado interno y apertura de importaciones.
El kichnerismo sigue siendo un espectro omnipresente en todas estas acciones, no sólo por la discusión dialéctica que éste propició previo al acto y las respuesta que obtuvo por parte de algunos de los convocantes, sino también porque en las bases del reclamo está el recuperar lo que se tenía (empleo, poder adquisitivo del salario, changas por derrame de las clases medias laburantes, etc). Y esto refiere a CFK en una doble vía, una por haber sido Presidenta en tiempos mejores para los sectores populares y la otra porque Cambiemos busca en las elecciones del año que viene a la ex Presidenta como antagonista perfilando una reedición del combate Nuevo/Viejo, invitando al kichnerismo al ring y buscando que la interna no saldada del Peronismo haga el resto. Si Cambiemos pasa el test electoral, podrá decir que “el esfuerzo” es convalidado por la gente y vendrá una etapa de progresivo aislamiento de los sectores “combativos-reclamantes” de la misma secuencia en la que hoy todos juegan para aislar al kichnerismo, el cual, vale decirlo, ayuda fervientemente para que esto suceda.
No es casual que el Presidente Macri entrevistado por Clarín el mismo 18N (reportaje publicado el domingo 20) haya dicho que la gente entendía y bancaba el esfuerzo necesario con el tema de tarifas, planteando que mas del 80% había pagado los aumentos. Evidentemente, no les tiembla el pulso a la hora de decodificar metamensajes y ya sabemos cuál será el título si ganan en octubre próximo.
En una primera síntesis, todos quedaron satisfechos con el 18N, la CGT porque pudo aparecer agitando un grado de beligerancia y rechazo a las políticas del gobierno sin tener que poner todo el cuerpo, las organizaciones porque aumentan su grado de institucionalidad y empiezan a formalizar la representación de un espacio vacante al cual -todo indica- le conseguirán algún beneficio en lo inmediato. El kichnerismo y la izquierda (extrañísima conjunción) porque entienden que la funcionalidad del reclamo del 18N sólo los potencia como verdaderas expresiones de la resistencia al ajuste. Y el Macrismo porque asume que licua a los mas combativos y que al resto los coloca en un pelotero que funciona como válvula de escape a las tensiones y permite sobrecargar la imagen del diálogo y gestión, todo esto sin afectar su base electoral. Por el contrario, impostando cierta empatía por quienes sufren las consecuencias del ajuste que se traduce en una caída de mas de 2% del PBI.
No todos pueden estar en lo cierto.