«Tenemos que hacer algo los de la industria, porque tarde o temprano esto que está pasando nos llega a todos». La frase pertenece a un importante dirigente de uno de los sindicatos industriales que por estas horas padece despidos masivos, suspensiones, retiros voluntarios y el adelantamiento compulsivo de vacaciones. Y los cuenta por miles.
La movilización de la CGT será al Ministerio de Producción, a cargo de Francisco Cabrera, y tratará de visibilizar la problemática específica de los gremios industriales. Pero será el catalizador para el malestar generalizado del mundo sindical (social y político) por el rumbo económico que derivó en aumentos desmedidos, un parate pronunciado del mercado interno, y permitió el ingreso de importaciones de forma indiscriminada. Y el destino no es casual. Si bien mantiene estrecha relación y coherencia con el leimotiv de la protesta, será otro gesto de la central obrera a Mauricio Macri, en medio del crecimiento de las hostilidades, en pos de no dinamitar todos los puentes de negociación (que cada vez son menos y menos efectivos). Muchos son los que hacen notar por estas horas que, a pesar de los cortocircuitos, los cegetistas todavía no le coparon la Plaza de Mayo a Cambiemos, y eludieron el tradicional punto de reunión para los reclamos gremiales y sociales.
Para garantizar la concurrencia, en un contexto de creciente temor a perder el empleo y en el que los trabajadores no se pueden dar el lujo de prescindir de algún premio, una porción importante de los gremios industriales ya dispusieron ceses de actividades de algunas horas por turno y están tomando recaudos para que no haya represalias monetarias. Y para ello se toparon con unos colaboradores nada despreciables: los empresarios. Más allá de los que vociferaron su respaldo explícito a los reclamos de la CGT en las últimas semanas, son incontables las firmas que veladamente hacen un guiño y permiten la asistencia de su personal al #7M. Saben que, en definitiva, podrán usar la presión de los gremios en beneficio propio en el corto plazo. Algunos, más jugados, creen también que la suerte de ambos está sellada indisociablemente y que si no logran cambiar el rumbo trazado desde la Rosada, empleados y empleadores irán de la mano al cierre.
Los gremios del transporte también esperan poder mostrar los dientes. Quienes fueran actores protagónicos de los conflictos de los últimos años por Ganancias, y de los sectores más dinámicos del movimiento obrero, aseguran una participación «masiva», aunque no habrá afectación de los servicios. Salvo los colectiveros, que anunciaron que circularán con cronograma de feriados, dirigentes de trenes, marítimos y aeronáuticos explicaron a este portal que mantendrán los ritmos habituales en sus labores, pese a su presencia en las calles.
Fuera de la conducción cegetista, excepto el sector que responde a Gerónimo «Momo» Venegas abiertamente pintado de amarillo, todos corren por izquierda al triunvirato. Conocida es la postura de la Corriente Federal de los Trabajadores que viene reclamando un paro general desde el congreso normalizador de septiembre de 2016. Además de movilizar sus gremios, previa marcha a respaldar a los jueces que fallaron a favor de La Bancaria, la CFT sigue tejiendo a la espera de un plan de lucha de la central obrera, aunque son pesimistas sobre la capacidad de respuestas de la conducción a sus reclamos. «No van a saldar las expectativas. Hay mucho descontento y vienen haciendo lo imposible por no parar», sostuvo uno de los referentes de ese espacio. Vaticinan una movilización más importante que la del 1° de Mayo del año pasado, descreen que se anuncie la postergada medida de fuerza de 24 horas y advierten: «Las bases no van a escuchar los discursos del triunvirato».
El #7M también hizo debatir al Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA). A pesar de que no participaron de la reuificación, los comandados por Viviani y Sasia tuvieron un cónclave ayer en el que fijaron posición. «Si nos hubieran escuchado y la CGT hubiera definido un programa claro, no hubiéramos llegado a esto», comentó el ferroviario. En definitiva resolvieron que los gremios de la rama industrial que componen el sector dispongan ceses de tareas y movilicen. Además adelantaron que expondrán una postura pública con una solicitada en las próximas horas, y que acompañarán una medida de fuerza, en caso de que se así se defina. Aunque siguen siendo algo reticentes a la hora de hablar de un regreso a la calle Azopardo, en San Vicente Oscar Romero hizo un encendido discurso de acercamiento a todos los sectores del PJ, que incluso terminó con una especie de «reconciliación» con Máximo K, en lo que podría ser un primer paso para izar bandera blanca, también en el plano sindical.
Pablo Moyano sigue jugando su rol clave de «policía malo», pero cada vez con mayor tensión. Con posturas cada vez más duras y amenazas de abandono, hoy recibirá a la cúpula ceteísta que pone sus esperanzas en el camionero como reactivo para detonar protestas y obtener un lugar de privilegio en la movilización. Del cónclave intersindical participarán Yasky y Micheli, que sostienen una comunión cada vez mayor y se mantendrá al margen la CTA Perón que conduce Godoy (ATE), aunque confirmó su asistencia a la marcha. El hijo de Hugo sigue siendo uno de los que más seduce a los sectores más combativos, pero todavía no logró cosechar un lugar de privilegio, algo que está empezando a hacer ruido en la mesa familiar.