Según un informe del centro de estudios CETyD, de la UNSAM, muestra que el proceso de deterioro de la situación laboral que atraviesa nuestro país desde 2016 impacta particularmente entre la población femenina.
El trabajo, elaborado especialmente en el marco del #8M, explica que son las mujeres quienes han ocupado la gran mayoría de los empleos precarios que se han creado durante esta gestión de gobierno. Además son ellas las que más han padecido la exclusión de una estructura productiva que es cada vez menos dinámica en la generación de oportunidades laborales.
El estudio del espacio dirigido por Carlos Tomada titulado «El peso de la crisis lo están cargando las mujeres», explica que las mujeres debieron salir masivamente a buscar trabajo y, cuando lo hicieron, el mercado o bien les cerró las puertas, o bien les abrió una puerta trasera para que ocupen un lugar subordinado en él.
Según las cifras relevadas por el CETyD, entre 2016 y 2018, más de 340.000 mujeres que no trabajaban comenzaron a buscar un empleo persiguiendo un objetivo principal: compensar la caída de los ingresos de los hogares.
«La mayoría de las mujeres que se incorporaron al mercado de trabajo accedió a empleos precarios o, directamente, se sumó a la población desocupada», señaló.
Además 320 mil mujeres obtuvieron un empleo no registrado o no asalariado (en su mayoría cuenta propia) y más de 50.000 quedaron desocupadas.
«Al mismo tiempo que crecía el empleo precario entre las mujeres, el empleo registrado se contraía: hoy hay 30 mil asalariadas menos que hace dos años», explica el estudio.
Por último, remarca que «Más del 90% de los empleos precarios creados desde esa fecha fueron ocupados por mujeres», que «La tasa de empleo no registrado creció casi tres puntos entre las mujeres (mientras que se mantuvo prácticamente estable entre los hombres)» y que «dos de cada tres nuevos desocupados son mujeres».