Club de la pelea sindical

El sábado pasado en el estadio de Atlanta se realizó el Encuentro Nacional del Sindicalismo Combativo que contó con la presencia de dirigentes como Rubén «Pollo» Sobrero, Carlos «Perro» Santillán, «Poke» Hermosilla y Claudio Dellecarbonara, acompañados por unos cuatro mil militantes que respaldaron la lucha de los docentes y de los gremios que exigen paritarias libres, y llamaron a movilizaciones y cortes para abril.

Y si bien se trata de una espacio de unidad inestable, cruzado por el internismo tradicional de la ultra izquierda, esa misma debilidad potenciará la competencia por ser el grupo más callejero y opositor. Hay peleas entre el PO y el PTS, entre el PTS y el MST, y entre Izquierda Socialista y el MAS, pero ya está confirmada una “marcha blanca” a la Plaza de Mayo para el 21 de marzo (que impulsa el PO) y una jornada de piquetes y marchas para el 9 de abril por parte de los demás actores.

Mientras tanto, la provincia de Buenos Aires sigue con el paro continuado de los docentes que genera dolores de cabeza en el sciolismo. Hoy los gremios realizarán una movilización que promete ser masiva para demostrar que su reclamo continua con fuerza. Además, ayer los Consejos Directivos Provinciales de las entidades del Frente Gremial Docente Bonaerense estuvieron en la Legislatura y solicitaron entrevistas con todos los presidentes de bloques y con todos los diputados y senadores. Allí les plantearon que la educación no puede ser un servicio esencial, pues con ello limitarían sensiblemente las medidas de fuerza, particularmente la huelga, tal como ocurre en Ecuador, pero no solucionarían el problema de fondo.

El alcalde Mauricio Macri puede jactarse de tener a los docentes en clase –sobre la base de una caja más abultada que le permitió una oferta más atractiva que la bonaerense–, pero también cuenta con una fuerte oposición sindical de empleados públicos. La Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), de la CTA de Yasky, convocó este jueves a un paro y una marcha desde Diagonal Norte y Maipú hacia la jefatura de gobierno. Se reclamará por los miles de chicos que todavía no cuentan con vacantes para la escuela pública, y por los 10 mil empleados municipales que cumplen sus tareas bajos distintas modalidades de contratos basura.

Mientras la CTA de Yasky marche contra Macri, las CGT opositoras de Hugo Moyano y Luis Barrionuevo celebrarán un plenario en el cual pondrán coordenadas a próximas medidas de fuerza. El objetivo de los cegetistas es mostrar su peso en las calles. Pero hay una diferencia de criterio entre ambos: mientras el controversial gastronómico prefiere apurar el plan de lucha, el camionero se muestra más paciente y táctico, apostando a subirse a una ola de mayor malestar social contra el gobierno nacional. De fondo, Moyano cuida un poco más las formas y tiene cierto pudor al desprestigio social.

Para complicar el cuadro, se encuentran los preocupantes casos de violencia sindical que tuvieron sus picos con los enfrentamientos de la UOCRA, que dejaron un muerto, y con el piquete de los portuarios moyanistas, que arrojaron a un motociclista desde el Puente Avellaneda.

Se trata, así, de un mes caliente para el sindicalismo argentino, que debe dar respuestas a una carambola de intereses en pugna: garantizar resultados a sus bases, cuidar su lugar en el tablero de la política nacional, evitar episodios de violencia que deslegitiman a todo el mundo gremial e intentar no ser desbordado por sus propias internas.