El 13 de julio hay elecciones en ATE CONICET. El medio especializado en ciencia y tecnología Periferia entrevistó a quien encabeza la lista Verde y Blanca para el AMBA que responde a Daniel «el Tano» Catalano. Compartimos algunos fragmentos.
Ate Verde y Blanca armó una lista que encabeza Nuria Giniger, antropóloga e investigadora del CONICET, y postulante a la secretaría general, quien explicó que en la lista “la mayoría somos investigadoras y mujeres, eso es una novedad y es muy de época“. La lista recibió el apoyo de la propia Dora Barrancos. Periferia la entrevistó para hablar de las discusiones y ejes impostergables en términos salariales y de condiciones laborales, si en el horizonte de corto, mediano y largo plazo se piensa en política científica.
“Desde que asumió Macri venimos creando un espacio de científicos y científicas ligados al debate político. Lo que intentamos es instalar el debate sobre lo que implica la política científica y el rol de la ciencia y la tecnología para el desarrollo, y la discusión sobre las condiciones de trabajo entran ahí, claro“, dice Nuria.
“La lista que armamos tiene que ver con esa experiencia en la que científicos y científicas nos pusimos a disputar en términos más políticos, que es lo que dice Alberto Fernández cuando dice que somos un Gobierno de Científicos”, sostiene quien encabeza la lista con la que aspira a representar a los trabajadores y trabajadoras del sector CONICET de los trabajadores del Estado.
P.: Ahora, hasta 2019 la agenda de la discusión política en el sector científico era el rechazo al ajuste. A partir de 2019 ¿qué discusiones nuevas entraron en la agenda?
N.G.: Hay una agenda que se quedó a mitad de camino. Efectivamente tenemos Ministerio de Ciencia, de nuevo, tenemos la Ley de Financiamiento y eso es muy positivo, pero hay muchos de los elementos propios de la agenda que se construyó durante la lucha contra el macrismo, cómo la soberanía y la integración regional del sistema científico, pensar toda la producción más articulada entre organismos de ciencia, más articuladas con otros ministerios, con iniciativas de empresas públicas. Hay una agenda a mitad de camino que nosotras queremos recuperar, con una perspectiva de género y eso no es menor. En la cuestión de género aparecen un montón de elementos de lo que son las políticas científicas y nuestras condiciones de trabajo y que hay que revisar rápidamente. La pandemia puso muy en evidencia un sistema de relaciones jerárquicas que dejó ver violencia de género al interior del CONICET, sesgos de género en las evaluaciones y nosotras creemos que se tiene que resolver con veedurias gremiales, haciendo intervenir al sindicato en procesos de evaluación sería favorable para que eso se reduzca. Pero, además queremos poder discutir con el Ministerio políticas de discriminación positiva al interior del sistema. La política científica tiene que pensarse acorde con condiciones para que se desarrolle, porque sino tenés un montón de políticas esquizofrénicas.
P.: ¿Se discute la idea de incentivar a los investigadores e investigadoras por el avance hacia desarrollos tecnológicos?
N.G. En el organismo hay incentivos al desarrollo tecnológico pero todo al final recae en la evaluación porque tenemos que presentar informes, porque respondemos un sistema mixto entre un trabajo por hora y un trabajo por productividad. Es decir que, más allá de esos incentivos, el desarrollo tecnológico no es valorizado, al final, por el organismo y, entonces, no son aprovechados de manera soberana por el Estado. Ahí hay un debate. Y el sistema actual favorece lo que se pedía a los científicos y científicas durante el macrismo, que es que fueran emprendedores. El tema es que, desde el punto de vista de la regulación del trabajo seguimos en este limbo en dónde se nos sigue considerando como trabajadores que no somos estratégicos para el Estado y, por lo tanto, nuestros salarios no están adecuados a eso y el Estado no tiene capacidades para absorber lo que nosotros producimos, y eso alienta a que se armen circuitos paralelos de tercerización de nuestros trabajos.
Hay dos cuestiones que siguen siendo centrales y siguen postergandose, post 2019 en Ciencia y Tecnología: convenio colectivo y becarios y becarias.
El convenio colectivo de trabajo sectorial no se puede seguir demorando. Está en el punto uno de nuestras reivindicaciones. Es una necesidad real , porque somos una masa de trabajadores importantísima que tenemos situaciones de trabajo muy desacopladas de esta reivindicación simbólica que se hace de los científicos y las científicas. Eso requiere regulaciones urgentes porque sino las injusticias se reproducen. Hay que avanzar sobre el convenio colectivo que además fue una propuesta aceptada en este gobierno. Cuando se presentó el Plan de CTI 2030, lo que más se aplaudió fue el convenio colectivo de trabajo. Sigue siendo la agenda en deuda con los científicos y científicas y con los trabajadores del CONICET, por parte del Gobierno. Canalizar estos debates en el sindicato tiene que ver con esto, también. Tenemos una tarea que es que el Gobierno abra pronto el convenio colectivo de trabajo. Tenemos que poder discutir y negociar salarialmente y abrir una discusión sobre las condiciones de trabajo del conjunto. El sistema científico y tecnológico argentino es muy bueno, pero tenemos un montón de injusticias que hace mucho se vienen reproduciendo y que este gobierno debería saldar. El otro tema es el de los becarios y becarias y el tema de si son o no trabajadores. Esta es una discusión saldada que las propias autoridades de Ciencia y Tecnología reconocen que hay que habilitar. El de becarios y becarias es un trabajo a término, esto existe en otros países. Son investigadores en formación, y son trabajadores a término y eso se puede regular fácilmente.
P.: Y entonces el obstáculo, si no está en ciencia y técnica, ¿Está en Economía?
N.G.: En el propio sistema científico nadie piensa que los becarios sean estudiantes, cumplen tareas de investigación. Los equipos de investigación funcionan con los becarios. Muchos de los trabajadores pertenecientes a la carrera de Personal de Apoyo (CPA) son reemplazados por becarios y becarias. Son tareas, en definitiva, que no están reguladas. Pero, además, los pocos derechos que se les reconocen fueron conquistados muy de a poco, como la obra social. El tema de que sean o no considerados como trabajadores es una discusión que no puede seguir mucho tiempo más.
P.: Los CPAs es otro de los puntos, ya que denuncian una posición relegada respecto de los investigadores de carrera (CIC).
N.G.: Si, ahí pasan varias cuestiones como que todavía no pueden dirigir proyectos y limitantes que tienen que ver con modificar el Estatuto del CONICET, que es sumamente jerárquico, patriarcal y eso pervive. Ahí los abusos de poder son moneda corriente y también hay un directorio que en su manera de dirigirse sigue siendo muy antidemocrático. Y esto se emparenta con que solo los investigadores de carrera elegimos a nuestros representantes por área disciplinar, no así los CPA, pero si están adentro del organismo la UIA, la Sociedad Rural y CONINAGRO. Es una deuda de la democracia modificar el Estatuto del CONICET. El organismo fue creado con una concepción histórica muy elitista dónde sólo llegan los ricos, y los varones además, y dónde se dificulta el avance de mujeres en carreras científicas. En CONICET, desde la evaluación nos hacen creer que tenemos que ser de élite.
Esa situación jerárquica de escalafones se fue reproduciendo al interior del CONICET. Es uno de los pocos organismos del Estado donde tiene más representación el agro que los propios trabajadores. Al CONICET no le llegó la reforma universitaria. Lo interesante es que la ampliación de los gobiernos kirchneristas abrieron un proceso de plebeyizacion, dónde hay trabajadores que no venimos de esa ciencia de elite.Tiene que haber un CONICET más grande y con otras condiciones, más igualitarias. Hay mucho por hacer para resolver esas injusticias, y para resolver esa subjetividad elitista, y ahí es clave el convenio colectivo de trabajo.
Entrevista completa en www.periferia.com.ar