Tras el cierre intempestivo, la desaparición de sus dueños y el vaciamiento que produjeron los empresarios, los empleados del Molino Osiris dieron un paso decisivo: volvieron a poner en funcionamiento la planta.
Con mucho esfuerzo, luego de casi seis meses de conflicto y ocupación de la fábrica, los 30 trabajadores del molino lograron que el último molino de la Ciudad de Buenos Aires comience a producir.
Los trabajadores de Osiris, fueron dejados en la calle de un día para el otro y sin justificación, en octubre del 2014. No hubo quiebra, no hubo crisis, no hubo problemas financieros. Lo que hubo fue un empresario codicioso que en el afán de reconvertir su negocio en otro más rentable, no titubeó en dejar en la calle a 30 familias.
Las cesantías se produjeron sin siquiera pagarles la indemnización correspondiente ni presentarse en las instancias de negociación reglamentarias para poder ajustarse a derecho.
En forma cooperativa, ahora, los trabajadores molineros logran sostener sus empleos y hacen funcionar nuevamente una empresa que siempre fue rentable, pero que por la especulación inmobiliaria estuvo al borde del cierre.