(Por Jorge Duarte @ludistas) La reunión de Comisión Directiva convocada de urgencia duró casi 3 horas. Hubo fuertes cruces entre los diferentes sectores y la unidad estuvo a nada de «romperse». Sólo la perspectiva de que el lunes se ponga fecha a un paro general frenó la decisión. Los «matices» al palo.
Pasadas las 11 horas los dirigentes que componen la Comisión Directiva de la CGT subieron a la sala de reuniones del cuarto piso del edificio de Azopardo 802. Dejaron que la prensa haga algunas fotos y unas tomas de video, y comenzaron un intercambio que se abrió un discurso de Héctor Daer.
«Nos manifestamos por un ‘Nunca Más’ a la violencia política en Argentina. Todo el proceso judicial acompañado por un show mediático favoreció lo que ocurrió ayer», comenzó su alocución el cotitular de de la central obrera.
«Sería imposible de medir lo que hubiera pasado si la bala hubiera salido», expresó Daer y planteó: «Muchos anoche analizábamos un cese de actividades con movilización, pero el feriado nacional cambió el panorama del día. Lo que no debe cambiar es que nos movilicemos a Plaza Mayo para repudiar esto».
Esa presentación del dirigente de Sanidad marcó el pulso de la posición que sostendría el espacio que encabeza. Claro que esa postura contrastaba con la idea con la que arribó desde la mañana temprano el bloque que componen el moyanismo, la Corriente Federal de Trabajadores y, como invitados, los dirigentes de la CTA de los Trabajadores. Su idea era la definición de una huelga general para el lunes con una movilización a la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
El primer cruce de alto voltaje se dio con el líder de los judiciales de la UEJN, y en la práctica el vocero de la Corte Suprema en el mundo sindical, Julio Piumato. El exmoyanista, devenido en un alfil de los Gordos, planteó una marcha «por la paz» que se dirija al Congreso de la Nación y que haga una interpelación a «toda la dirigencia política». Para terminar de caldear los ánimos de sus pares tildó de «infantilismo» una movilización hacia la Corte.
La respuesta a Piumato llegó a través del mecánico Mario «Paco» Manrique que terminó con un fuerte intercambio en el que también se involucró el titular de la UOCRA, Gerardo Martínez.
En paralelo un conjunto de dirigentes de la Corriente Federal abandonaban el edificio de Azopardo. Decepcionados por la falta de definiciones planteaban de pasada: «Se rompe». Estaba claro que la situación comenzaba a llegar al límite.
No había permeado la idea de la movilización y tampoco la de la huelga general para el lunes. Aunque en un principio pareció tener asidero e incluso algunos gremialistas se lo comunicaron a sus bases, no hubo plafón entre los gremios enrolados detrás de los Gordos, los Independientes y el barrionuevismo. Incluso hubo un fuerte reproche a Pablo Moyano por haber invitado a la CTA a la sede de Azopardo, entendiendo que con esa actitud les había marcado la cancha para empujarlos a tomar una determinación. «No tienen nada que hacer acá», repetían.
Allí, el más duro de los contrastes se dio entre Moyano y Daer. De perfiles y posiciones casi antagónicas, estuvieron al borde de llegar al quiebre la central obrera. «Nosotros no nos vamos. Que se vaya Daer», se escuchaba en el entorno del camionero. Hasta repetían: «Hay rumores de que Daer se va».
«Tenemos que ser sabios y prudentes», pidió Gerardo Martínez. La proclama era por respetar los «matices». La tensión sólo bajó con la perspectiva que quedó latente de que el lunes a las 16 horas, cuando se vuelvan a ver las caras, se definirá una huelga general que tendrá el acompañamiento de todos los sectores. Es un acuerdo tácito para sostener el delicado equilibrio de Azopardo. Incluso fue confirmado por fuentes de distintos clanes. Distintos dirigentes estimaron que puede ser el miércoles o el jueves.
Otros se mostraron menos optimistas con la resolución de una medida de fuerza: «¿Si no les dio para definir un paro hoy, en caliente, imaginate lo que van a hacer el lunes?», indicaban. En definitiva, la CGT se dobla pero no se rompe. Al menos no este fin de semana.