(Por Pablo Maradei) Fue en el marco de Día del Diplomático y ante la mirada de Santiago Cafiero. Cuestionaron los ataques a sus salarios, luego de que se publicaran los haberes de los embajadores políticos. Además recordaron que trabajan para abrir «nuevos mercados para que haya más exportaciones y entren dólares al país».
En las jornadas previas al jueves 29, día en que se conmemora el Día del Diplomático, se ventilaron los salarios que cobran los funcionarios públicos en el exterior. La nota estaba apuntada a los embajadores políticos K, pero la difusión de salarios por encima de los 17.000 dólares en un país sin verdes a disposición de nadie cayó como radioactividad en el sector sin hacer diferencias entre funcionarios de carrera y los designados por el Poder Ejecutivo.
Por eso este viernes, en el agasajo que se hizo la Asociación Profesional del Servicio Exterior de la Nación (APSEN), en Cancillería, se esperaba con gran expectativa la palabra de Gustavo Zlauvinen, Presidente de ese sindicato ya que estaría en el estrado junto a él, el ministro de Relaciones Exteriores y Culto, Santiago Cafiero.
En su primer discurso al frente de la APSEN (sucedió a Marta Aguirre, quien falleció a principios de este año) el embajador de carrera y ahora sindicalista, Zlauvinen, conjugó la reivindicación de la labor diplomática, con el malestar y el reclamo en un discurso sin lectura y de 25 minutos corridos; algo inusual en el mundo sindical.
El compendio que recorrió mixturando esas tres aristas abarcó su historia personal en la que contó que la carrera le costó su primer matrimonio porque el dinero no cubre el desarraigo que sufrió su mujer por acompañarlo. Pero que sabe que haber elegido esta carrera, que implica estar fuera del país, es una vocación que implica un trabajo 7 x 24 x 365 «por la Patria y por defender a un argentino en el mundo». Puso como ejemplo que, a raíz de la guerra entre Rusia y Ucrania, el personal de la embajada argentina en Kiev no fue extraído hasta que concluyeron su tarea de reubicar a los argentinos residentes; algo que también destacó Cafiero en su discurso posterior. Y así hizo continuó con un repaso de las actividades que se desarrollan en el exterior para conseguir, por ejemplo, «nuevos mercados para que haya más exportaciones y entren dólares al país«.
En el minuto 18 llegó la parte más visceral: todo servicio estatal «no es gratis» y enumeró todo lo que concierne a los gastos de Cancillería para resaltar «que muchas veces no recibimos subsidios a la educación de nuestros hijos», «que los costos de vida son los que están en el país donde estamos asignados«, «por eso seguimos un régimen de salarios que están establecidos y que en muchos casos están por debajo de los niveles de la región» (los salarios están fijados por escalafón en base a un tabla de Naciones Unidas). Luego resaltó que «por suerte tenemos un diálogo constante con Santiago».
También mencionó el tema de salud que otro dirigente de la APSEN amplió a InfoGremiales: «En el exterior no contamos con seguro médico internacional por lo que tenemos que pagar todo lo vinculado a la salud de nuestro bolsillo y esperar el reintegro de parte del Estado; lo que puede tardar años y se cancela en pesos; y a veces en cuotas«.
El Canciller escuchó y aceptó los reclamos: de hecho, hubo de su parte reivindicación a la labor permanente de los diplomáticos en temas como «Derechos Humanos» y «el reclamo de soberanía sobre el reclamo por Malvinas (…) más allá de los colores políticos de quien gobierne». Destacó: «Me tocó en este año que la Argentina preside por primera vez el Consejo de DDHH de Naciones Unidas; también preside la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños» y que esos hitos se habían logrado por la labor de «llevar desde la Cancillería la posición de argentina al mundo». En cada una de esas apreciaciones agregó: «Ahí está el Servicio Exterior de la Nación y no en el recibo de sueldo«.
Primó la diplomacia; en este caso quebrando el refrán: en casa de herrero cuchillo de metal.