(Por Jorge Duarte @ludistas) El líder de los obreros de la construcción, Gerardo Martínez, está cada vez más afianzado como el canciller de la CGT con la política. Tiene llegada a los distintos espacios del Frente de Todos y terminales en ambos lados de la grieta. Además, suele hacer las veces de mediador entre los espacios cegetistas, de gestor ante funcionarios y se comporta como el articulador con el plano internacional.
El líder de la Unión de Obreros de la Construcción (OUCRA), Gerardo Martínez, fue el anfitrión de la cumbre cegetista que ayer blanqueó la decisión de correr a la central obrera de los actos partidarios por el 17 de octubre, que informalmente se había cocinado la semana anterior. Históricamente fue un dirigente enrolado en el espacio de «los Independientes» y uno de los articuladores de la poderosa alianza que, con «los Gordos», hegemoniza desde hace décadas la toma de decisiones de la CGT.
Martínez, secretario General de la UOCRA desde 1990, está parado sobre un gremio numeroso, con poder de fuego y fuertes vínculos con los distintos Gobiernos por su imbricación con la obra pública. Sonó el año pasado como posible secretario General de la CGT en soledad. Finalmente la alternativa, que algunos catalogaron de operación, se descartó. Primó la idea de mantener un triunvirato que represente la composición tripartita del Consejo Directivo de Azopardo.
Sin embargo, en los últimos meses, en el marco de las complejidades que atraviesa la central obrera ante cada toma de decisiones, la figura del constructor emergió con fuerza. No sólo para acercar posiciones internas frente a las sucesivas crisis y tender puentes de diálogo entre diferentes tribus, sino como nexo con la política.
«Gerardo es el que termina definiendo en la última milla de las negociaciones de la CGT con el Gobierno», explicó un viejo conocedor de mapa cegetista. Por su peso, es quien puede volcar la balanza en temas decisivos en el último minuto.
«Cuchara», como le dicen en el círculo más chico, supo tejer en los últimos meses cónclaves con Alberto Fernández y también con la Vicepresidenta CFK. Es el que testea la temperatura de la interna del Frente de Todos, empieza a perfilar los respaldos y destraba gestiones complicadas con los ministerios más esquivos. «Lo que no puede resolver Gerardo, no puede resolverse», apuntan.
Martínez también tiene fuertes terminales del otro lado de la grieta. Más allá de la distancia formal, nunca se cortaron los fluidos vínculos con dirigentes de Juntos por el Cambio. Eso lo hizo valer en el período en el que Mauricio Macri fue presidente. Lo mismo ocurre con la gestión de Horacio Rodríguez Larreta.
La porción, cada vez mayor, de poder que maneja se debe también al lugar que ocupa cercano a los empresarios. Es, quizás, el sindicalista de mayor llegada a las cámaras empresarias del Grupo de los 6. También de los que mayor confianza les genera para encarar una instancia de diálogo que ponga en cuestión las reformas que consideran necesarias para el mercado de trabajo. La de la reforma del sistema de indemnizaciones es sólo una de ellas.
En lo formal, «Cuchara» suele apoyarse en la Secretaría de Relaciones Institucionales de la CGT que conserva desde hace décadas. Desde esa plataforma potenció un perfil vinculado a la OIT y a las relaciones internacionales. Ello le permitió tejer un haz de vínculos que le posibilitaron limpiar (al menos parcialmente) la mala percepción social que había sobre el sindicato y, adicionalmente, pasar algunos meses del año en Suiza, lugar del que se suelen relatar sus días de distracción con algunos rasgos de mitos urbanos.