La Unión Tranviaria Automotor sorprendió ayer por la tarde al anunciar un paro por 24 horas que comenzaría a regir a partir desde la medianoche y afectaría a servicios de corta, media y larga distancia. La medida puso en alerta a los miles de usuarios, pero duró apenas poco más de una hora.
Minutos después de que se lanzara la huelga, el Ministerio de Trabajo dictó la conciliación obligatoria para desactivar el conflicto y continuar con las discusiones. Y el titular de la UTA, Roberto Fernández, comunicó que acatarían la orden.
«Acatamos la conciliación que nos impuso el Ministerio por 10 días y no habrá paro por ahora, pero mantenemos nuestro reclamo por sueldo dignos para los conductores de ómnibus», dijo Fernández a la agencia DyN.
La intención del Ejecutivo era firmar un convenio de transición con un aumento del orden del 27% -la cifra que han puesto de referencia las últimas negociaciones- y postergar hasta la segunda mitad del año la suscripción final del aumento.
Los gremios del transporte decretaron un paro para el 9 de junio en reclamo de una revisión del impuesto a las Ganancias, decisión a la que se plegó el sindicalismo opositor enrolado en las CGT de Hugo Moyano y la de Luis Barrionuevo, así como la CTA de Pablo Micheli.
En un acto en Formosa con el gobernador Gildo Insfrán, el ministro de del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, dijo hoy: «Gestionar es tomar decisiones, y esto genera discusiones con sectores poderosos como lo son una parte del sindicalismo que hace paros permanentemente, o parte de los empresarios que se opone a la vuelta del ferrocarril».