(Por Pablo Maradei) El peronismo y el sindicalismo, simbióticos, están con el liderazgo en disputa y esperando que alguien ordene. El jefe camionero, Hugo Moyano, aboga por bajar las armas y bajar la conflictividad haciendo lo que sabe: sindicalismo tradicional; lo que se cruza con la idea de Pablo y de muchos otros.
El globo de ensayo de Pablo Moyano, de lanzar una nueva estructura de «Las 62 Organizaciones» para tratar de organizar al movimiento obrero es algo que viene ocurriendo desde hace años; desde que se fue desvaneciendo la CGT que conformaban Héctor Daer y Carlos Acuña; luego del portazo que pegaron Juan Carlos Schmid y los gremios satélites del moyanismo con Pablo a la cabeza.
Llegaron a confluir tres «62»: la de Hugo Benítez (Gordos), la de Luis Barrionuevo (Barrionuevismo) y la de Horacio Váldez (moyanista). Un disparate que no condujo a nada ni benefició a nadie.
Unas semanas atrás, Pablo Moyano reversionó una nueva «62» con el motoquero/delivery Marcelo Pariente a la cabeza; pero con secretarías ocupadas por segundas o terceras líneas. Incluso en las fotos se lo ve a Sergio Sánchez, ex secretario general de Peajes; gremio del que ya no es parte.
«Todo bien con Pariente, pero tiene un gremio chico con personería en Capital y no es representativo», dicen dos fuentes consultadas que participan del Fresinoma; el armado sindical del más grande de los hijos de Hugo. Para darle un poco de tradición sindical, la segunda de Pariente es Karina Moyano.
A eso hay que agregarle que allí anidan gremios filo kirchneristas que muchos dirigentes miran con desdén. Y se descargan: «¿Para qué hacerle el juego al kirchnerismo que nunca nos dio nada? En 2021 Pablo pidió 7 diputados y nada; y en 2019 también dejaron de lado a Taboada».
El péndulo en el que gravita la relación entre los hermanos Moyano quedó nuevamente expuesto: Facundo siguió los lineamientos del padre, «de buscar la unidad» y se puso a militar al lado del taxista José Ibarra, quien dirige hoy «Las 62» con el aval de la IGJ y tiene la chapa patente para trabajar con representatividad.
En ese espacio de Ibarra participa incluso el propio Hugo a través de la Confederación Argentina de Trabajadores y Empleados de los Hidrocarburos, Energía, Combustibles, Derivados y Afines (CATHEDA): a principios de marzo, y luego del fallecimiento de Antonio Cassia, eligieron autoridades quedando al frente Guillermo Pereyra de Petroleros Privado secundado por Guillermo Moser de Luz y Fuerza y Juan Carlos Crespi de la Federación SUPEH.
A Ibarra le enrostran que es de Cambiemos «y que jamás nos juntaríamos con alguien que tiene esa afinidad política»; del otro contestan: «Hasta Hugo fue de Cambiemos cuando se lanzaba Macri para presidente».
Juegan muy al filo. Algunos jugadores piden que «Hugo ordene para que el sindicalismo no sea una sucursal de La Cámpora».