La abrupta disparada del dólar paralelo o blue, que alcanzó esta semana valores por encima de los $1.000, refleja el derrumbe del salario promedio de la economía expresado en esa moneda, según especialistas.
De esta manera, el salario dolarizado en Argentina es uno de los más bajos en los últimos 50 años, apenas por encima del nivel de la hiperinflación de 1989.
De hecho, un estudio del economista Fernando Marull muestra que, si se toma en cuenta la evolución del salario real en dólares, se puede concluir que el nivel actual, que se ubica en torno a US$397 es similar al percibido tras la Guerra de Malvinas en 1982 y ya perforó el piso de dos de las peores crisis de los últimos cincuenta años.
Del análisis de los datos se desprende que el salario real en dólares hoy asciende a US$397 y se ubica por debajo de los US$413 vigentes a la salida de la Convertibilidad (2002) y de los US$414 resultantes del Rodrigazo (1975). El único valor por debajo, son los US$135 registrados como consecuencia de la primera hiperinflación de 1989 y de la segunda en marzo del año siguiente.
En cuanto a los picos más altos, se pueden mencionar los US$3.000 del plan «Plata dulce» en 1980, los US$1.852 de la Convertibilidad en 1994 o los US$1.844 del gobierno de Macri, a fines de 2017.
Para Marull, los factores clave que inciden en el escenario económico actual son la falta de una moneda confiable, la escasez de reservas en el Banco Central (BCRA), el desorden fiscal que atraviesa la macroeconomía argentina y una inflación anual que supera los tres dígitos.
En relación con los valores más altos de la serie, el economista asegura que por lo general responden a tipos de cambio congelados por los gobiernos de turno, durante períodos prolongados, que elevaron los salarios, pero también el gasto público.
Según el análisis, en estos ciclos el país resultó ser muy caro en dólares, lo que originó problemas en la balanza comercial, sumado a un déficit fiscal en crecimiento. Esta situación derivó indefectiblemente en fuertes crisis cambiarias, con las consiguientes devaluaciones del tipo de cambio y la caída de los salarios reales en dólares.
Todo esto surge como consecuencia de un techo ficticio e inestable que responde al desequilibrio de las cuentas públicas, emisión desmedida, reservas negativas del Banco Central y la enorme incertidumbre que agobia a la sociedad.
En el debate por la dolarización propuesta por Javier Milei, el candidato de La Libertad Avanza aseguró que «cuanto más alto esté el precio del dólar, más fácil es dolarizar» y se desligó de las acusaciones en su contra que señalan que la disparada del dólar y del resto de los precios de la economía en la última semana tuvieran como causa inmediata su cruzada verbal contra el peso.
En medio de la contienda electoral, surge la pregunta de cuál sería el camino a seguir para alcanzar cierto equilibrio.
En este sentido, la mayoría de los analistas tienen una respuesta que justamente no incluye la dolarización, sino que pone de manifiesto la necesidad de contar con un plan de estabilización consistente y sostenible en el tiempo, que permita alcanzar un punto de equilibrio para el salario que, según Marull, debería ubicarse en torno a los US$1.000 por mes.
Por la crisis, la Argentina se encuentra muy atrasada en comparación con el salario en dólares de otros países de la región.
La situación de nuestro país se encuentra muy por debajo de los US$ 1.110 que presenta Uruguay y de los US$625 de Chile, en tanto que es similar a lo que ocurre en Brasil (US$415) o Bolivia (US$ 390) y sólo supera al de Colombia (US$340) y el de Paraguay (US$326), según surge de la información comparativa del portal Preciosmundi.