Juan Carlos Crespi es un dirigente del riñón de Mauricio Macri. Heredó el control de la Federación SUPEH, principal gremio de YPF, tras el fallecimiento de Antonio «Coco» Cassia. Llegó a las altas esferas de la política con la privatización de la compañía en los 90s. Podría tener un rol clave en la nueva privatización de la petrolera.
Menos de 24 horas después de ganar los comicios, el presidente electo, Javier Milei, ratificó que privatizará la empresa Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF). El líder libertario aseguró que «todo lo que pueda estar en las manos del sector privado, va a estar en las manos del sector privado».
Para ese plan necesita un diseño que le abra las puertas en la política legislativa y una cuña en el corazón de la empresa, que pueda aportarle viabilidad. Ahí es donde juega Juan Carlos Crespi, el actual titular de la Federación de Sindicatos Unidos Petroleros e Hidrocarburíferos (Supeh).
Crespi, un macrista de la primera hora, podría cumplir un rol clave como el que cumplió su antecesor en el cargo, el histórico Antonio «Coco» Cassia, para Carlos Saúl Menem. De hecho Cassia nunca abandonó su lealtad al menemismo.
El mendocino Cassia es recordado por apoyar a Menem durante el proceso que terminó con la privatización de YPF en la década del ’90. En ese momento hasta fue recompensado con el control de la CGT oficial.
El puente de Milei con Crespi es Macri. Se conocen desde hace décadas y compartieron la gestión de Boca Juniors. Allí tejieron relaciones sólidas que se mantienen, tanto que Leandro Crespi, el hijo de Juan Carlos, es parte de la lista que impulsa el ex Presidente para competir con Juan Román Riquelme por la presidencia del club de la Ribera.
Para el gran público Crespi es más conocido por su histrionismo en los cargos jerárquicos de Boca Juniors y en la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) que por su larga trayectoria en el sindicato de petroleros estatales.
Su trayectoria sindical, de hecho, tuvo un ascenso meteórico: pasó de ser ascensorista de YPF a chofer de Diego Ibañez, quien estuvo al frente de la organización hasta 1993. Con aquella privatización de YPF, Crespi fue designado el representante de los trabajadores en el directorio. Un premio por su lealtad a Ibáñez y un cambio definitivo para su vida.
Ahora la encrucijada del destino lo pone de nuevo ante una situación similar pero en otro rol.