Las esquirlas del escándalo desatado en el gobierno porteño por la muerte de un chico cuando cayó un balcón en Villa Soldati encontraron su pata sindical. Es que en el foco de la polémica quedó el Instituto de la Vivienda de la Ciudad de Buenos Aires (IVC) por no haber realizado las obras necesarias para evitar la tragedia y desde ahí, inesperadamente, llegó a un gremialista.
Entre los señalados por los problemas del IVC apareció, sorprendentemente, un hombre con un pasado gremial más que agitado. Se trata de Roberto Alejandro Fernandez, hijo de Roberto Fernández, titular de la Unión Tranviaria Automotor (UTA).
Roberto Fernández (h) es de profesión músico y llegó al organismo de la Ciudad de la mano de Ramón Puerta. Actualmente, el músico es director ejecutivo del organismo responsable de ejecutar los lineamientos de la política habitacional establecidos por el Gobierno de la Ciudad, a través de programas específicos de vivienda destinados a familias de recursos insuficientes que viven en la Ciudad de Buenos Aires.
El pasado de Fernández es recordado en la UTA no por su gestión, sino por su presencia intimidante. Es que su padre decidió correrlo de la actividad sindical cuando protagonizó un altercado con armas de fuego en la filial patagónica del gremio de conductores.
La permanenciay el sostenimiento de Fernández en el organismo no es casual. Es que su padre es el enlace permanente entre el PRO y la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT) que nuclea una veintena de gremios de la actividad.
Roberto Fernández (p) mientras tanto sigue sufriendo el desguace del sindicato que supo conducir Juan Manuel «Bocha» Palacios. Mientras se espera que Metrodelegados finalmente se queden con la personería para deshacerse de la UTA en el subte, las comisiones internas díscolas son cada vez más y emergen con más fuerza.