
(Por Pablo Maradei) Tras lo que fue un clima caliente en las inmediaciones en esta semana, la tensión se trasladó al interior del Congreso. Los trabajadores, con las paritarias pisadas, esperaban que marzo sea un punto de quiebre pero no ocurrió. La categoría más baja quedó en los 800 mil pesos, muy por debajo de la canasta de pobreza. Presión de las bases.
Luego de terminada una de las tantas marchas de los jubilados que se realizan los mièrcoles en la zona de Congreso y que esta última contó con el acompañamiento de la CGT, las dos CTA, movimientos sociales y la Izquierda, ahora queda en estado de ebullición lo que pasa dentro Congreso: allí también se respira una aire lacrimógeno por la falta de ajuste salarial. Es que los trabajadores esperaban, por conversaciones informales entre los gremios y las autoridades del Congreso, una recomposición en los salarios de marzo (que se cobran en abril) mayor al 1% que vienen recibiendo estos trabajadores estatales. Pero no ocurrió y a raíz de ello y durante esta semana que está terminando los delegados gremiales, a la par de que informaban sobre el acatamiento al paro de este jueves, avisaban que se está armando el GPS de un plan de lucha.
A propósito del clima de asfixia en el Parlamento: este miércoles mientras se desarrollaba la marcha la Gendarmería destinó gendarmes a controlar el edificio Anexo.

Volviendo al tema salarial, un agravante en particular para los trabajadores del Senado: fueron los únicos que no cobraron el bono que se había pagado en diciembre y que alcanzó al personal de Diputados, de la Biblioteca, y de la DAS (Dirección de Ayuda Social para el Personal del Congreso). El plus consistió en el pago de $ 100.000 para los sueldos más altos; de 150.000 para los intermedios y de 200.000 para las categorías más bajas. «Que paguen este bono depende de Villaruel y como continuamente está haciendo equilibrio tantea qué hacer antes de dar cualquier paso», describe una fuente sindical.

El malestar está in crescendo porque hace un puñado de días se informó que el congelamiento de dietas de los senadores se terminaba en abril y que a partir de mayo los senadores empezarán a cobrar de mínima 9 millones mensuales. Esta situación profundizó el malestar interno porque «cuando les conviene, los legisladores están atados a nuestras paritarias; y cuando no: se cortan solos aumentándose los módulos que comprenden cada rubro de sus haberes», explican (NdR: los haberes están compuestos por rubros como sueldo básico que se multiplica por la cantidad de módulos; al aumentarse los módulos no pasa por discusión paritaria gremial, sino que se aumentan directamente con acuerdo de las autoridades del Congreso).
Los trabajadores del Congreso vienen con esta tira de aumentos: septiembre 2% y octubre 1%, ambos retroactivos; en tanto, noviembre fue el 2% y cerraron 2024 con 1%. Describen: «Habían prometido a partir de marzo empardar o superar a la inflación, pero no solo que no pasó sino que la propuesta fue miserable«.
«No ponemos en cuestionamiento lo que ganan los senadores, pero la comparación entre los salarios del personal que a diciembre es un abismo», dice la misma fuente. Y ejemplifica: «En diciembre con el último ajuste la mejor categoría no supera los 2,5 millones brutos; y la categoría más baja no llega a los 800.000 pesos brutos; lo que es un salario de pobreza». Cierra:
Circula entre los trabajadores del Congreso este detalle de cómo se han degradados sus salarios:




Según lo recogido por este medio, «hay bronca» entre los trabajadores que se tradujo en incipientes «desafiliaciones» a los dos gremios que los representan, APL (Asociación del Personal Legislativo) y UPCN (Unión del Personal Civil de la Nación) por «el no accionar gremial al tratarse de un Gobierno que los confronta».