El Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA) adherido a la CTA liderada por Hugo Yasky, dio a conocer la performance económica en lo que va del año. Comenzando con la devaluación nominal del 60% y la simultánea disminución o supresión de retenciones se produjo un salto inflacionario, que fue del 1,7 por ciento del mes electoral de octubre de 2015 al 6,5 por ciento de abril, por el fuerte aumento en las tarifas de servicios públicos. En total, se trata de un índice anualizado del 40,7% de inflación, aun con las optimistas predicciones del Banco Central.
Esto implicó una caída del poder adquisitivo del salario del 12 por ciento (que podrá recuperarse según resulten las negociaciones paritarias y la evolución de la inflación) y una fuerte retracción del consumo, que en abril fue del 6,6 por ciento interanual. Mayor aún fue la caída en la construcción, que llegó al 22,7 por ciento en los cuatro primeros meses del año. La industria sólo retrocedió 3,4 por ciento interanual en el primer bimestre del año según datos de la UIA.
Pero los cambios verificados en la composición del comercio exterior muestran que existe otra cara de la misma realidad que ensombrece todavía más el porvenir. Según el informe de los investigadores Mariano Barrera, Mariana González y Pablo Manzanelli: “se advierte un ascenso en las importaciones de vehículos finales (44 por ciento) y bienes de consumo (6 por ciento), y una fuerte caída de los insumos intermedios (-12 por ciento), combustibles y lubricantes (-16 por ciento), piezas y accesorios para bienes de capital (-2 por ciento), y bienes de capital (-1 por ciento). Además de los automóviles, entre los bienes que más aumentaron sus importaciones se encuentran juguetes, muebles, calzado, abonos”.
Pero la devaluación ni siquiera logró más que una recomposición parcial del tipo de cambio multilateral, que es el que mide la competitividad externa respecto de los principales socios comerciales. Su aumento del 36 por ciento entre noviembre y febrero ubica el tipo de cambio real en niveles similares a los de octubre de 2014, y dado el ritmo inflacionario se seguirá apreciando en los próximos meses, erosionando la competitividad externa.
Lejos de producirse la lluvia de dólares pronosticada, lo que se incentivó fue la fuga de capitales, que en el primer bimestre del año fue de 3.000 millones de dólares mensuales, 364 por ciento más que en el mismo periodo del año anterior. Lo que se fuga es la inversión que falta.