La jugada de los sindicalistas opositores Hugo Moyano y Luis Barrionuevo era arriesgada. A un mes del paro que practicamente paralizó a la Capital, el plan moyanista (en un principio algo resistido por el gastronómico) era incorporar a la agenda temas ajenos a lo sindical, en especial la inseguridad, para seducir a la clase media.
El otro punto que podía hacer fracasar la marcha hacia la Plaza de Mayo de las CGT opositoras era la falta de acompañamiento de la CTA de Pablo Micheli y de las fuerzas de la izquierda. Es que en el paro del 10 de abril pasado, los piquetes fueron claves para paralizar a la ciudad.
Como resultado, el combo moyanista -nada de piquetes y un discurso clasemediero- no alcanzó el éxito del paro anterior y marca un punto de inflexión respecto al poder de calle del camionero.
Porque la posibilidad de sumar a sectores de la clase media independiente ya era una utopía que, en la previa, nadie daba como realizable. Y de hecho, no se cumplió. No hubo asistentes que se hayan autoconvocado para acompañar el reclamo. El grueso de los asistentes eran militantes de la CGT que llegaron con las columnas de sus gremios.
Incluso, la movida no tuvo la amistosa recepción mediática (de parte de los grupos opositores) que tuvieron los actos y presentaciones anteriores.
“Seguramente mañana van a decir los medios que había 25.000 personas, otros dirán unos miles más para no quedar desubicados”, exageró Moyano, y finalizó diciendo que “la voluntad del pueblo argentino es luchar por su dignidad”.
Tanto Moyano como Barrioenuvo ensayaron breves discursos desde el escenario, a pesar de que la promesa era que no hubiera oradores, con el objetivo de despersonalizar la protesta (sobre todo ante caras piantavotos como la de Barrionuevo) y subrayar «el desánimo de los argentinos».
Ese incluso fue el título del documento que se leyó desde el escenario, en el que destacaron como puntos principales las críticas del sector contra el avance del la pobreza, la inseguridad, el narcotráfico y la inflación.
El documento de dos carillas fue redactado por los moyanistas Juan Carlos Schmid, Jorge Sola y Omar Plaini. Y una de las figuras presentes en el escenario -no hubo presencias de otros dirigentes políticos- fue el falso ingeniero Juan Carlos Blumberg, adalid de la mano dura y las políticas represivas.
Sin la ayuda de los piquetes de la izquierda, los micros que llevaron a los trabajadores hasta el lugar ocuparon lugar en la 9 de julio y generaron las únicas demoras en el tránsito.