Los libros dirán que un 14 de julio de 2016, Hugo Antonio Moyano dejó la titularidad de la central tras 12 años en la secretaría General. El camionero hará hoy una especie de renunciamiento histórico en el del club Ferrocarril Oeste (de calendario cargado de actividad sindical por estos días) y se despedirá de la conducción de la CGT Azopardo.
En ese mismo momento, el consejo directivo de la CGT Azopardo elegirá una Comisión Normalizadora, cuya función será dirigir los destinos de la Confederación hasta el Congreso de unidad convocado para el 22 de agosto próximo en el estadio de Obras Sanitarias.
Moyano completó, así, 12 años y meses al frente de la Confederación General del Trabajo, convirtiéndose así en el dirigente con mayor tiempo en el sillón de mando, -vaivenes institucionales mediante-, del edificio de la calle Azopardo, aún por encima de Saúl Ubaldini (1980-1992) y de Rodolfo Daer (1996-2004).
Con sus esfuerzos puestos en el fútbol, Independiente primero y la AFA después (su aspiración de poder lo hizo no eludir la posibilidad de quedarse con las riendas de la federación), el camionero bendecirá públicamente a un hombre de su confianza para integrar el cuerpo colegiado que lidere la próxima etapa de la central: Juan Carlos Schmid.
Todo indica que con un CGT sin un líder ascendente y con una división que sobresale detrás de la unidad formal que se esboza, Moyano seguirá teniendo influencia y seguirá siendo referencia en los próximos años, aunque ubicado desde las sombras.
Además seguirá seguirá siendo el mandamás (tiene mandato vigente) del gremio camionero, al que convirtió en uno de los tanques del mapa sindical y logró organizar de manera estratégica para que sea una referencia ineludible no sólo para sus pares, sino para los gobiernos de turno.
Además dejó en Azopardo un núcleo importante de dirigentes que le responden, algo más de 90, que bregarán por sostener un heredero del perfil del camionero nuevamente en el sillón de la CGT. Fin de ciclo.