El comunicado del INDEC del día 23 de Agosto de 2016 sobre indicadores del mercado de trabajo, confirma lo que se anticipaba desde cámaras empresarias y los principales gremios afectados: el desempleo vuelve a ser un problema de agenda en la Argentina.
Más allá de los cambios metodológicos en la captación de los datos, a lo largo de 2016 se produjo una ampliación del universo de familias que se enfrentan a la situación que sus jefes/as de hogar no accede al único mecanismo de integración social que tenemos los argentinos: el empleo asalariado.
La situación del Gran Buenos Aires (GBA) es preocupante, ya que se superaron los 600 mil desocupados: personas que salen a vender su único activo (fuerza trabajo), y no consiguen ni siquiera una changa de 1 hora en la semana de referencia.
También merecen remarcarse los resultados para CABA, que siempre tenía mejor desempeño que el resto de los distritos o regiones. En términos absolutos, hay 62 mil nuevos desocupados, lo que implica un crecimiento de 79,5%en personas que buscan y no encuentran empleo, muy por encima del promedio a nivel país que fue de 49%.
Otro resultado muy llamativo es la variación porcentual en el NORESTE argentino, con un incremento de 237,5% en personas desocupadas. Si bien estos resultados bastan para ser un llamado de atención al gobierno, la situación se agrava dado que el desempleo joven (hasta 29 años) duplica al nivel general. Mientras que la tasa de desempleo para el conjunto es de 9,3% para los jóvenes es de 18,9%.
La magnitud de este problema debería hacer descartar las posibles soluciones orientadas al lado de la oferta (cambios curriculares en las Escuelas Técnicas, capacitaciones, etc.), las cuales suponen que el problema está en los jóvenes. Por el contrario, creemos que dada la emergencia, las políticas públicas deberían estar orientadas a la demanda de empleo en general. Más allá de las novedades de implementación, la iniciativa del gobierno del Primer Empleo Joven tendrá poco impacto en una situación general de caída en la actividad económica de los sectores fuertemente demandantes de mano de obra.
Ante la caída del consumo, exponer los puestos de trabajo existentes a la entrada de importaciones agravará el problema en los próximos meses. En efecto, la caída en los ingresos de los hogares provocará que no solo el comercio despida trabajadores sino que también lo haga la industria, que vuelca mayoritariamente su producción al mercado interno. Esto se dará por dos razones. Primero, por la caída del consumo de bienes industriales (insumos, bienes finales y de capital). Segundo, por la mayor presencia de importaciones a menores precios.
Sin un aumento de la demanda interna vía el consumo privado, y sin una protección de los puestos de trabajo hoy ocupados, será muy difícil revertir la crítica situación de las personas actualmente desocupadas y, a su vez, contagiar de optimismo a los jóvenes que ingresarán próximamente al mercado de trabajo.