El conflicto comenzó días atrás cuando durante una asamblea se decidió separar del cargo de secretario gremial al dirigente Omar Pereyra, quien fue ayer el responsable e instigador de la toma de la sede sindical con alrededor de 15 rehenes, incluyendo a Jorge Flores, líder de la seccional.
En diálogo con periodistas y policías y mostrando bidones con kerosene, los trabajadores, devenidos en circunstanciales secuestradores, condicionaron el final de la toma de rehenes a la renuncia de Flores como secretario general de la seccional local de UTA.
En tanto, se movilizaron hacia la sede gremial varios efectivos policiales, entre ellos del Grupo de Operaciones Policiales de Alto Riesgo (Gopar) y de la Infantería, que acordonaron la zona.
La toma fue caratulada por la Justicia salteña como «secuestro extorsivo» y la causa está a cargo de la fiscal Gabriela Buabse.
En diálogo con Télam, el secretario general de la UTA a nivel nacional, Roberto Fernández, calificó al episodio como producto de «una interna sindical» y descalificó a la toma.
«No compartimos para nada la metodología de dirimir un conflicto interno, poniendo en peligro a los rehenes», señaló.
El sindicalista anticipó que «en el primer vuelo» disponible «viajará un veedor de la secretaría de Interior de la UTA, para interiorizarse de la situación y ponerle punto final a esta grave situación, como así también lograr el desalojo de la sede gremial».