La conducción del Sindicato Argentino de Obreros Navales y Servicios de la Industria Naval (SAONSINRA) le reclamó al gobierno y al Parlamento «la inmediata suspensión de la importación desde Brasil y otros países de doce remolcadores usados para reducir los costos del servicio», y convocó para hoy a una marcha de protesta hacia el Congreso.
Los trabajadores obreros navales se concentrarán a partir de las 10 en la intersección de las Avenidas Belgrano y 9 de Julio y, desde allí, marcharán hacia el Congreso en defensa del empleo.
«La decisión de importar doce remolcadores usados ataca el empleo industrial nacional y provoca la pérdida de centenares de puestos de trabajo en la industria naval. Es una determinación injusta y desleal, ya que los astilleros y talleres propios de construcción de ese tipo de unidades son totalmente competitivos en tiempo, calidad y costo en comparación con unidades nuevas extranjeras. Pero no es posible competir con las usadas», explicó el gremio.
El sindicato aseguró que la industria naval construye remolcadores y, ello, es «una de las pocas alternativas de desarrollo y planificación y subsistencia» sectorial, ya que adolece de «una legislación específica luego de la eliminación de la Ley de Marina Mercante e Industria Naval a principios del ’90, lo que generó las condiciones para que la actividad fuese prácticamente destruida».
También subrayó que el país, en el marco de las potencialidades de desarrollo y generación de empleo que puede generar el litoral marítimo y fluvial, debe atender esa situación para defender y proteger «el trabajo argentino de elevada calidad».
«Preocupan estas decisiones, adoptadas con el pretexto de bajar los costos a expensas de la destrucción de centenares de puestos de trabajo, una cantidad mucho mayor a la que podría crearse. Cuatro de los remolcadores a importar están en Uruguay provenientes de Brasil, donde no tienen tareas a partir de la reducción del empleo en la explotación off shore», puntualizó.
El gremio sostuvo que la industria argentina -no obstante el aislamiento del Estado desde hace tres décadas- generó «un fuerte compromiso entre empresarios, trabajadores y universidades para reconstruir su matriz productiva a partir de la capacitación para regresar al oficio, a la carrera de ingeniería naval y a los técnicos, exhibiendo total compromiso con el país y el empleo».
«La industria naval no reclama prebendas o subsidios sino condiciones de igualdad y lealtad en la competencia con las importaciones ante una situación de total inequidad», concluyó.