“No aceptamos porque queremos un 35%. Estamos a siete puntos de diferencia”, se plantó Omar Maturano, jefe de los maquinistas de La Fraternidad. Diferente fue la postura de Sergio Sassia, de la Unión Ferroviaria (UF), que afirmó a que aún no hubo “un ofrecimiento formal”.
Antiguamente aliados, Maturano y Sassia están hoy en veredas opuestas. “La paritaria no tiene nada que ver con que esté con el ministro, que está reactivando la industria ferroviaria”, justificó su alineamiento el líder de la UF.
La negociación de los colectiveros de la UTA está todavía más empantanada. Tras la amenaza de paro, el Gobierno se comprometió a resolver la paritaria, que está en suspenso desde el 1° de enero. Por intermedio de Capitanich y del ministro de Planificación, Julio De Vido, hubo un compromiso con el gremio para revisar la tarifa en el boleto de los colectivos urbanos y redireccionar los subsidios al transporte de larga distancia. De esa manera se afrontaría el aumento salarial.
Pero en la primera charla entre los funcionarios y los empresarios del sector surgió un nuevo foco de conflicto: las empresas concesionarias exigen una deuda de unos 500 millones de pesos en concepto de subsidios atrasados. El viernes pasado, en un encuentro en la Casa Rosada, Capitanich habría aceptado el pasivo, aunque rechazó que sea de ese monto. Los empresarios se retiraron con algo de fastidio, aunque con la misma certeza que la UTA: la paritaria se resolverá con la suba del boleto o con más subsidios.