Esta tarde, en el salón Felipe Vallese del Edificio de Azopardo 802, los líderes de las CGT opositoras, encabezarán un plenario con representantes de los jubilados en el que definirán la fecha de una movilización a la ANSES para reclamar un aumento de emergencia para el sector pasivo.
La reunión encabezada por los, ahora, socios sindicales servirá para ultimar los detalles del reclamo que tendrá la función de mantener la atención sobre su accionar, seguir en agenda mediática y estirar los plazos para lo que es su próximo objetivo: un nuevo paro general.
Es que la idea de las cabezas del sindicalismo opositor es volver a convocar a un paro general de «amplio espectro» con eje en el transporte si el Gobierno no aumenta el impuesto a las ganancias en las próximas semanas.
La fecha que ronda en la cabeza del «dúo más mentado» es mediados de julio y entre sus planes está sumar a la medida a Roberto Fernandez jefe de los colectiveros y a Omar Maturano líder de La Fraternidad. Para Moyano y Barrionuevo detener el transporte es clave para que se garantice la huelga general, por lo que seguirán tejiendo las alianzas necesarias para que eso ocurra.
También esperan que se adhiera a la convocatoria la CTA rebelde que conduce el estatal Pablo Micheli. Para cerciorarse de que eso suceda, Moyano mantuvo los puentes con los ceteístas y, de hecho, envió su apoyo ante la impugnación que el Ministerio de Trabajo resolvió sobre las elecciones convocadas por la central.
Los últimos «invitados» serán los sectores de izquierda y las organizaciones sociales. Si bien tanto Moyano como Barrionuevo se diferencian de los piquetes y los partidos de izquierda que suelen sumarse a los paros generales, su presencia les brinda más poder de fuego y esas medidas desalientan a quienes prefieren no hacer huelga.
Todo indica que el engranaje ya está en marcha. Veremos si algo lo detiene o todo se desarrolla como está previsto.