En un acto realizado en la Plaza de Mayo, el jefe de la CTA Autónoma, Pablo Micheli, reclamó «la construcción de un paro nacional»; rechazó «el pacto firmado entre el gobierno y la CGT» y dijo que «ello esfumó la posibilidad de una gran huelga».
«La CGT hizo una lectura errónea de la subjetividad de los trabajadores. Creyó que la firma de esa acta y la aceptación de un bono eran suficientes. Ello no recuperó el poder adquisitivo de los salarios. La central obrera careció de solidaridad de clase. Mientras tanto, el gobierno no tolera opiniones diferentes y profundiza el ajuste, generando cada vez más pobreza», afirmó.
Por su parte, Yasky fue aún mucho más duro al referirse al gobierno y aseguró que los funcionarios son «la derecha, el conservadurismo, el neoliberalismo, y solo alguna vez sintieron un poco de apetito, pero jamás supieron lo que es el hambre».
Yasky auguró un fin de año «muy doloroso y con hambre en las barriadas humildes» y, al referirse a la CGT, expresó: «Algunos son buenos dirigentes y demostraron coherencia a lo largo de sus vidas; pero a otros es mejor perderlos que encontrarlos, porque jamás tuvieron problema en bajarse los pantalones», puntualizó.
Micheli explicó que «el gobierno distribuye cada vez más regresivamente la riqueza y solo beneficia a los sectores poderosos y concentrados, y creyó que un acuerdo con la CGT evitaría la conflictividad», aunque señaló que «ningún pacto detendrá la lucha, aunque no les guste a algunos compañeros».
Micheli aseveró que se impone «la derrota del modelo y del neoliberalismo para edificar una sociedad más justa», y calificó el presupuesto 2017 aprobado por el Congreso como «retrógrado».
«Hay que terminar con la fiesta de los ricos en perjuicio del pueblo, con la pobreza, los salarios de hambre y el endeudamiento. Son viejas recetas que terminaron en tragedia», concluyó.
Micheli y Yasky coincidieron en que la CGT debe participar en un paro nacional, en tanto el dirigente docente sostuvo que «los trabajadores no pueden ser furgón de cola de los empresarios, de sectores conservadores del neoliberalismo y de la derecha».
«Hay revanchismo de clase en toda América Latina. Quieren cobrar doce años de conquistas y avances; reducir los salarios y el poder de compra y culpar al movimiento sindical por la falta de competitividad del país. El pueblo los parará. No queremos que los funcionarios agachen la cabeza ante los yanquis. Siento vergüenza que este gobierno represente a los argentinos», dijo Yasky.
Además dijo sentir «vergüenza» por las recientes declaraciones del senador nacional Miguel Pichetto sobre los ciudadanos bolivianos, paraguayos y uruguayos y cargó otra vez contra el gobierno del presidente Mauricio Macri al expresar que «es parte de la manada de empresarios codiciosos que se paran debajo de la piñata del Estado esperando que reviente».
Yasky acusó al Ejecutivo de hacer «la bicicleta financiera en lugar de producir; de mentir y de pertenecer a los paraísos fiscales», y fue especialmente duro con los medios de comunicación, a los que calificó de «cómplices de la dictadura».
El dirigente reivindicó a los gobiernos kirchneristas y rechazó que el gobierno haya dejado «afuera del diálogo» a las CTA.
También afirmó que Macri «es astuto y tiene sangre fría para simular y mentir» y acusó a la CGT de haber aceptado «la división del campo popular para dialogar».
«Este no es el gobierno de Menem o la Alianza. Representa el punto más alto de unidad de la clase dominante y de los sectores económicos y financieros. Lo apoya la embajada americana. Viene por todo: las leyes laborales, la justicia, las paritarias, el movimiento sindical. La unidad es un tema de supervivencia», dijo.
Por último, criticó a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, por disponer a «sus soldaditos frente a cada movilización popular», en tanto el titular del gremio estatal porteño (ATE), Daniel Catalano, reclamó un bono universal de 17.000 pesos.