La “CTA Perón” se la comenzó a llamar no por linajes ideológicos, sino, como es costumbre, por la calle en la que sentaron su nuevo domicilio. Efectivamente, el primer día hábil del año debutó formalmente el Consejo Directivo de una central que en verdad no cuenta con personería jurídica, tal como señala Pablo Micheli.
Ricardo Peidro, quien fuera segundo en el michelismo y fundador de la CTA junto Víctor de Gennaro, explicó la nueva fractura que encabezó: «No nos divide una cuestión ideológica sino de conducción y de falta de democracia sindical; por ejemplo durante nueve meses no se hizo un plenario sino que conseguimos que Micheli lo convocara a través de una carta documento», cuenta Peidro a Clarín los entretelones de una relación ya exhausta.
Los gremios que se alejaron de la Autónoma son ATE provincia de Buenos Aires junto a otras seccionales; la Conadu histórica, APM (visitadores médicos, que conduce Peidro), la Cicop (médicos), entre otros.
El gremio de los estatales es un gigante con perennes líneas internas. Aglutina más de 250.000 afiliados en todo el país, 60.000 de los cuales se agrupan en la provincia de Buenos Aires, como la filial más populosa. Su secretario general a nivel nacional, Hugo «Cachorro» Godoy, ahora en la CTA Perón, le había pedido a Micheli que dé “un paso al costado».
Por otro lado, la seccional con más poder económico es la filial de Capital Federal, que con 30.000 afiliados estaba dirigida por el michelismo, pero ante su incipiente fractura, en las elecciones de septiembre de 2015 pasó a manos de la conducción el kirchnerista de Daniel «El Tano» Catalano, encolumnado en la CTA de los Trabajadores de Hugo Yasky.