“La situación es tremenda, la empresa juega al desgaste y la cosa no da para más», afirmó el delegado de Canale, Nicolás Macchi. La empresa además de tener base en la localidad bonaerense de Llavallol, ubicada en el cruce de las calles Santa Catalina y Piedrabuena, cuenta con plantas en Mendoza y Catamarca.
También tenía una sede en Río Negro, que cerró el año pasado. “Esa situación genera una gran incertidumbre entre los trabajadores de Lomas”, afirmó Macchi.
En Lavallol hay 120 trabajadores en conflicto, tras la baja de 45 puestos de del año pasado. Entre las tres plantas, los empleados en conflicto con la histórica Canale suman 1800 afectados.
La distancia entre sedes dificulta la solidaridad y lucha común de los trabajadores. Entre los empleados que aún luchan, se multiplican los casos de necesidad límite y problemas de salud.
El delegado de Lavallol a su vez afirmó que la empresa no atraviesa por una situación de crisis o de pérdida de mercado. “Al contrario, es una estrategia para reducir personal”, dijo en declaraciones radiales. Desde el inicio del conflicto, los trabajadores no lograron ser recibidos por ningún funcionario del Ministerio de Trabajo Nacional.
Macchi cuestionó la falta de responsabilidad por parte de la empresa con la salud de los trabajadores ya que advirtió que hace unos días a “un compañero se le cortó una hoja de sierra en el sector carpintería, pegó un latigazo y le rasgó el antebrazo”.
El conflicto entre los trabajadores y la empresa lleva varios meses y “promesas de pago incumplidas”. En diciembre, por ejemplo, los trabajadores debieron realizar una jornada cultural para recaudar fondos de cara a las fiestas.