(Por pablo cano) La renovada fuerza con la cual el Ministro de Trabajo -Jorge Triaca Jr.- embiste contra la CGT luego del paro del pasado 6, trae a memoria del escriba la siguiente descripción que hizo un viejo baqueano del movimiento obrero «...estos (refiréndose al amplio universo que contiene a gran parte de la dirigencia gremial) se creen que éste (por Jorge Triaca hijo) se acuerda de cuando muchos de ellos lo tenían en brazos mientras rosqueaban con el padre, piensan que es uno de ellos…Jorgito estudió en el Newman y en la Universidad de San Andrés, los amigos de la juventud son del Jockey Club, no hay una imagen ni un testigo que haya visto a este pibe cantando la marcha peronista en los últimos 20 años…Jorge Triaca era un jodido, pero un jodido de los nuestros. Jorgito es gorila y del PRO…»
La pintura , aunque no ausente de la subjetividad que todos tenemos a la hora de describir a un tercero, permite indagar mas profundamente en el presente que encuentra al Ministro empoderado luego del primer paro a la gestión macrista, activando un mecanismo de corte y confección en el cual el ninguneo a la CGT se cruza con el ensalzamiento de las negociaciones por sector. Casi como una infantería de los intereses de la patronal, el Ministro despliega la atomización del frente gremial conjuntamente con un llamado a morigerar paritarias y, al mismo tiempo, mete cuña -en sintonía con el discurso «mafias sindicales» del Presidente Macri – promoviendo agendas de «democratización» sindical.
Aquí hay que detenerse un minuto para ver bajo la superficie…en un capítulo mas de las numerosas internas del gobierno de Cambiemos, parece que finalmente Triaca arrinconó al Secretario de Trabajo -Ezequiel Sabor- a un rol operativo y lo corrió de plano de la agenda política-sindical pagando Sabor los costos por el deterioramiento de la relación entre uno de sus puntales (Luis Barrionuevo) y el mismo Macri. Para un Ministerio de Trabajo acostumbrado a un enorme peso propio en la figura del Secretario de Trabajo, esta nueva ecuación de fuerzas impone a Triaca como a un ministro mucho más fuerte de lo que fue el decano en la función, Carlos Tomada, quién siempre tuvo que compartir ese trajinar cotidiano del manejo de las relaciones colectivas con su secretaria del área, la otrora poderosa Noemí Rial. Los encuentros «marcospeñamente» comunicados que a partir del paro han tenido Triaca y Macri y el endurecimiento del relato hacia los sindicalistas terminan por configurar esta escena.
Sin embargo, Triaca se permite- dentro del endurecimiento- una serie de acciones estratégicas de fuerte impacto en la unidad sindical. La primera es la avanzada sobre la CATT a caballo de tratamientos impositivos diferenciados para sus trabajadores (por ahora una promesa de una licuación del impacto de ganancias) y un minué de gestos que los muchachos del transporte aceptaron gustosamente. La siguiente, es un proyecto de blanqueo con altos beneficios impositivos pero que -en definitiva- traería nuevos aportantes al sistema sindical. Quizás por aquí deba buscarse el pronto cierre paritario que realizó Comercio en orden con lo pretendido por el gobierno.
Y la prueba de que Triaca está haciendo bien su trabajo, mas allá de la ayuda providencial que reciba desde un movimiento obrero que no logra hacer una clara lectura de época, es que la CGT no sale fortalecida después del paro sino que profundiza su crisis con el corolario de la reunión del día 20 de la que trascendieron tantos (malos) detalles de la misma que el motivo para el cual fue convocada casi nadie lo registró.
Aunque el Ministerio se le esté llenando de ratas (literalmente), el Ministro de Trabajo pasa por su mejor momento. En un gobierno que prioriza los intereses de los inversionistas, esto no es buena noticia para los trabajadores.