Se muestra a sindicalistas pasando del Kirchnerismo al Massismo o al Randazzismo, pero un creciente movimiento de gremios, en vez de cambiar partido político está cambiando las prácticas sindicales abusivas, tan repudiadas por la sociedad, por comportamientos transparentes.
A pesar de que el sindicalismo argentino es de los más organizados y solidarios del mundo, los sindicalistas tenemos 80% de imagen negativa. Corrupción y mafia son palabras con las que mucha gente asocia a los dirigentes gremiales (también a los empresarios y políticos).
Pero asoma una distinta generación de sindicalistas: apasionada, inquieta y dispuesta a corregir defectos y recuperar espacios. Defensora del modelo basado en las leyes de convenios colectivos, de registro laboral y de asociaciones sindicales.
Varias organizaciones creadas entre 1990 y 2010 (p.e. Motociclistas, Peajistas, Farmacéuticos, Aeronavegantes, Informáticos y Jerárquicos comercio) creen en la vocación de servicio, en la capacitación y competencia laboral, y en el equilibrio entre las demandas del trabajador y las posibilidades del empleador. Consideran que los trabajadores tienen derechos pero también obligación de cumplir honestamente su labor, y que mientras mejor le vaya al empleador, más chance tendrá el sindicato de obtener mejoras para el trabajador.
El sindicalismo argentino, desarrollado al calor del peronismo -y perseguido pero no aniquilado por la dictadura-, tiene pendiente una actualización.
La economía moderna obliga a colaborar con la empresa, para defender la fuente laboral y para participar de sus frutos. La automatización de la manufactura industrial, la feminización de la fuerza laboral, la subcontratación, tercerización y empleo temporario, imponen una reingeniería sindical que incluya proteger no solo a afiliados, sino también a los excluidos de la formalidad laboral, que luego se sindicalizarán.
Conocedora de esta realidad, las 62 Organizaciones Peronistas abrieron la puerta a varios dirigentes que despiertan la esperanza de rejuvenecer el sindicalismo. Porque ser combativo, luchador y defender firmemente los derechos laborales es la esencia del modelo sindical argentino, pero “negarse a dar clases”, “cerrar estaciones de servicio”, “dar vuelta taxis” o “robarse afiliados de otros gremios” son prácticas antisindicales, que evidencian la confusión en que cayeron algunos compañeros.
Por suerte estas prácticas equivocadas se acotan a unos 100 dirigentes, pero hay que destacar que existen 75000 sindicalistas en el país que se levantan todos los días a cumplir correctamente su función.
Pero cuidado! hay quienes pretenden “matar” el modelo sindical; de ahí la urgencia de modernizarnos para reducir nuestras contradicciones y divisiones.
Por eso hay que meterse en política, porque no hay soluciones gremiales sin soluciones políticas. Hay que fortalecer el papel y representatividad del sindicalismo. Es la demanda de las bases. Hay que convencer al Presidente, electo por el pueblo, que con más y mejor sindicalismo -no con menos- se fortalecerá el gobierno. Hay que “Peronizar” Cambiemos.
El sindicalismo dispuesto a cambiar participará de estas elecciones, sumando legisladores comprometidos con el país; sin corrupción ni especulaciones partidarias. Porque como los peronistas sabemos: “el que gana conduce y el que pierde acompaña.”