El regreso y sostenimiento de la negociación colectiva en el país redundó en la revitalización de las organizaciones sindicales. El retorno de las paritarias, que tiene su cara más visible en el impacto sobre los salarios de las recomposiciones que se negocian anualmente, generó profundas diferencias con quienes no son alcanzados por el fenómeno: los empleados fuera de convenio y los jerarquizados. Este conjunto, que recibió por años aumentos de sueldo sensiblemente menores que el de sus subordinados, encontró una nueva vieja salida a la problemática: la sindicalización.
En rigor los gremios de personal jerárquicos no son una novedad. «Nacen a partir de una reforma que se hace en 1956 sobre la Ley de Asociaciones Sindicales del peronismo», explica Luis Campos, director del Observatorio de Derecho Social de la CTA Autónoma y especialista en mercado laboral. La reforma surge fruto de un reclamo de los empresarios: «Pedían que obreros y jerárquicos tengan sindicatos distintos porque había superposición de intereses», agrega Campos. En aquel momento se fundan los primeros gremios que representan a los trabajadores de cuello blanco, que formalmente serían reconocidos un tiempo más tarde bajo el gobierno de Arturo Frondizi.
Sin embargo los vaivenes de la realidad económica del país los puso en serio riesgo de extinción. Con la llegada de los noventa, y al pulso de la desregulación del mercado laboral, la inmensa mayoría de ellos comenzó a desinflarse. Todos perdieron fuerza, capacidad de organización, afiliados e injerencia. Algunos incluso se dieron de baja o iniciaron el trámite de disolución.
Pero las vueltas de la Argentina le deparaban un nuevo renacer. Con el retorno de la negociación colectiva, en 2003, se empezó a gestar el denominado solapamiento salarial –el paulatino emparejamiento de las remuneraciones de los jerárquicos y los empleados que tenían a su cargo– lo que los empujó a retomar el camino de la sindicalización.
«Comenzamos con el gremio hace 10 años. En aquel momento el mal llamado fuera de convenio, que no estaba representado por Camioneros, no tenía paritarias y se había generado que el empleado de base ganaba más que los jefes», relata a Telam Luis Caro, secretario de Trabajo del sindicato de jerárquicos de correos privados (AECPRA) y empleado de OCA. «En aquel momento hablamos con nuestras familias. O cambiábamos de trabajo o armábamos algo», recuerda uno de los fundadores del gremio que hoy cuenta con simple inscripción. «Desde que obtuvimos reconocimiento atamos nuestras paritarias a la de los empleados de base, y siempre conseguimos dos o tres puntos más para recuperar el salario perdido», remarca Caro.
Según los números que surgen de la base de datos del Ministerio de Trabajo, hay 81 gremios que contienen la palabra jerárquicos en su denominación y son reconocidos por la cartera laboral. Pero el auge es mucho más importante. Se estima que se presentaron en los últimos años algo más de 100 pedidos de inscripción, que todavía están en trámite, para representar un universo de 500.000 trabajadores.
El repunte también se nota en el fortalecimiento de gremios prácticamente devastados dos décadas atrás. Un caso emblemático es el de la Unión del Personal Jerárquico de Empresas de Telecomunicaciones (UPJET). Este gremio, de más de 50 años, es uno de los tres que tienen actuación entre los jerárquicos telefónicos y supo contar unos 10.000 afiliados en su época de apogeo. En los noventa pasó a tener 600. «En los noventa nos destruyeron y pasaron a todos los jerárquicos a fuera a convenio», cuenta Osvaldo Serrano, secretario general del gremio por 7 años (hasta 2016) en los que lograron un importante crecimiento en la afiliación. «Hoy estamos en los 2.500 afiliados», explica. Casos análogos se replican en todas las empresas privatizadas.
Serrano es también el secretario General de la Federación de Asociaciones del Personal Jerárquico de la República Argentina (FAPJRA) que nuclea cerca de 20 gremios y por estos días impulsa la revitalización de la Coordinadora de Entidades Gremiales Jerárquicas de la República Argentina en la que orbitan unas 30 firmas. «Sindicalizar al trabajador fuera de convenio es el mayor desafío de los sindicatos jerárquicos», sostiene el gremialista.
Esta unión gremial de «los jefes» parece no sólo tener presente. «Los sindicatos que van a tener gran peso en el futuro son los que tengan acceso a la información y en eso los jerárquicos estamos muy bien posicionados», se entusiasma Marcelo Mena Muñoz, secretario General del sindicato de jerárquicos mineros (ASIJEMIN), que ya firmó su primer Convenio Colectivo de Trabajo.
Por ahora son sólo indicios, pero todo indica que el futuro encontrará a los jerárquicos organizados y siendo protagonistas trascendentes del mundo gremial.