El Sanatorio San Justo de La Matanza tiene por titular a la tercera esposa de Hugo Moyano, Liliana Zulet, y sus alrededor de 350 trabajadores pertenecen a la Obra Social de Choferes de Camiones (Oschoca).
El centro de salud cuenta con un servicio polivalente de alta complejidad, integrado con 101 camas de internación, 10 consultorios externos, salas de radiología, bacteriología, mamografía, ecografía, tomografía computada y un laboratorio de análisis clínico robotizado.
A principios de mayo pasado, los trabajadores del Sanatorio San Justo decidieron organizar una representación gremial en un establecimiento que no contaba con delegados. Pero el grupito más activo en ese intento de organización terminó siendo despedido. De los seis más combativos, a tres los echaron con causa (y sin indeminización) por comer una pizza en horario de trabajo, y a otros tres por reestructuración de personal.
“Moyano y Zulet no permiten que haya delegados en sus sanatorios, y por eso nos despidieron”, afirma a Info Gremiales una de las trabajadoras recientemente despedidas, Elena Torres. Además de la clínica de San Justo, existen otros sanatorios en Villa Martelli, Liniers y Avellaneda, que gerencian la cobertura de salud de los 200.000 afiliados del Sindicato de Camioneros.
Una modalidad utilizada por el moyanismo en sus clínicas es el de recurrir a las empresas tercerizadas, para así subcontratar a los empleados que se dedican a la construcción o la hotelería. Y en muchos casos, las empresas tienen vínculos directos con el clan Moyano: una de las tercerizadas que contrataba a los despedidos está a nombre de Valeria Alejandra Salerno, hija de Liliana Zulet.
Además de su contradictoria política anti-sindical, los trabajadores despedidos denuncian que en el sanatorio de San Justo hay una superpoblación de afiliados, faltante de insumos, medicamentos y personal.
“Ya Empezamos con los juicios. Pero seguimos yendo todas las semanas para repartir volantes en la puerta del sanatorio. El de San justo es lujoso, pero el de Avellaneda y Martelli están en muy mal estado y tienen hasta peligro de derrumbe”, explica Torres.
Esta trabajadora despedida por la administración moyanista se desempeñaba como mucama en la clínica y todavía no pudo encontrar trabajo.