El Boletín de Coyuntura Sociolaboral del Centro de Estudios del Trabajo y el Desarrollo de la Universidad Nacional de San Martín deja datos preocupantes sobre la evolución de los indicadores socioeconómicos y laborales del primer semestre de 2017 y explica la incertidumbre que hoy acosa a muchos hogares argentinos.
Es que el impacto de las políticas puestas en marcha por el nuevo gobierno ha modificado la organización de la vida cotidiana de todos los sectores y el golpe fue más fuerte sobre los trabajadores de las empresas medianas y pequeñas, y los sectores de ingresos medios y bajos.
«El análisis de las series de empleo y actividad económica evidencia que el modelo económico vigente redujo el empleo registrado durante la fase contractiva, mientras que, durante la incipiente etapa de recuperación, creó una menor cantidad de puestos de trabajo», señala el informe que explica que «la tasa de desocupación actual es la más elevada de los últimos 10 años y los niveles de precariedad laboral entre la población ocupada van en aumento».
«El trabajo registrado muestra un leve crecimiento, compuesto por un virtual estancamiento del empleo asalariado en empresas privadas y un crecimiento en la participación de las modalidades contractuales con menos beneficios laborales (precarización)», señala.
«La totalidad de la expansión del empleo formal durante los últimos meses se explica por el crecimiento de las modalidades de contratación que cuentan con beneficios laborales acotados, como lo son las contrataciones a plazo fijo y las llevadas a cabo a través de agencias de empleo eventual», profundiza el boletín.
El cambio del perfil del mercado laboral argentino atenta contra los derechos labroales, el acceso a la protección social y la capacidad de agremiación. Se trata de una realidad de mayor precarización en la que las previsiones de futuro de los empleados son cada vez menos certeras.