«Es muy complejo superar y emerger de una conducción como la de Hugo (Moyano). La construcción de la unidad sindical de ninguna manera es mágica. Siempre hay matices. Es cierto que liderar bajo la figura de un triunvirato es difícil pero, en su momento, era lo único posible», dijo Amicone a la agencia Télam.
El también vocal titular de la CGT negó que la elección de un solo secretario general de la CGT sea «el remedio mágico que resuelva la situación» sindical, y opinó que lo político-partidario siempre entorpece a partir de las diferentes pertenencias, por lo que la central obrera «no debería actuar en política partidaria sino limitar su radio de acción de manera exclusiva a lo estrictamente gremial».
«La CGT no solo agrupa a los peronistas sino a todos los trabajadores, de forma independiente a su pensamiento político. Por lo mismo, el natural mapa de acción de la central obrera debe ser lo gremial. Lo político contempla intereses diferentes», dijo.
Amicone señaló que la CGT debe convocar a «un amplio debate» e inclinarse por una construcción mucho más «horizontal», a la vez que rechazó la posibilidad de descartar en su seno a «los llamados gremios chicos para privilegiar a los grandes, porque ello sencillamente significa una aberración».
El sindicalista, quien mantiene un prolongado y duro conflicto con una empresa contratista de la multinacional Adidas, aseguró también que aquellos que sostienen la imprescindible necesidad de privilegiar ese esquema sin duda alguna «no entendieron a Perón».
Amicone explicó que el abanico del mundo laboral «es complejo» y, aunque «es evidente que gravitan los grandes gremios de servicios, existen otras actividades y componentes que obligan sin duda a un análisis profundo, como la existencia de movimientos sociales».
«¿Quién tiene hoy una fórmula mágica para reemplazar al triunvirato de la CGT? El metalúrgico José Rucci fue un grande y, sin embargo, no llegó a la jefatura de la central desde la secretaría general de su gremio. Lo mismo ocurrió con el cervecero Saúl Ubaldini. Hugo Moyano fue la excepción, porque ya conducía los destinos de los camioneros. ¿Cómo se reemplaza con un solo hombre a esos dirigentes? No aparecen todos los días», señaló.
Amicone aseveró que «esa situación es muy difícil de resolver», por lo que la realidad impone la necesidad de actuar «con inteligencia» y, en especial, de clarificar «los objetivos» ante la realidad de retroceso del movimiento de los trabajadores.
En ese sentido, Amicone reseñó que la participación política sindical se redujo a niveles «inimaginables», y afirmó: «En 1984 había en el Congreso 35 diputados nacionales de origen gremial y, sin embargo, solo por un voto fue derrotada la Ley Mucci», que expresaba las reformas sindicales que procuraba Raúl Alfonsín y que la CGT rechazó de forma total.
Al referirse a la reciente reforma laboral sancionada en Brasil, Amicone señaló su «total sorpresa» a partir del «silencio» que mantiene al menos a nivel público «la central obrera CUT».
«La CUT, una de las principales centrales brasileñas, no dijo absolutamente nada. Al menos en público. Llama la atención. No hay que olvidar que, desde sus orígenes, esa Nación es profundamente imperialista y privilegia sus intereses por sobre sectores y actores. Es un país cuyo movimiento obrero está bastante atrasado respecto de la legislación laboral, aun en tiempos de Lula. Hay dudas entonces sobre cierto progresismo o izquierda. Lo mismo ocurre en Bolivia con Evo Morales. Muy progresista, pero vetó la ley que prohibía el trabajo de menores de edad», subrayó Amicone.