El 29 de marzo de 1962, el presidente Arturo Frondizi fue depuesto por un golpe militar orquestado como reacción al triunfo electoral que días antes había obtenido el candidato justicialista Andrés Framini en la provincia de Buenos Aires.
Aunque José María Guido, presidente provisional del Senado, asumió nominalmente la jefatura del Estado, el poder real quedó en mano de los comandantes de las tres armas, quienes presionaron para declarar “en receso” al Congreso y las actividades de los partidos políticos.
Las Fuerzas Armadas restablecen el decreto 4161, promulgado por la autodenominada Revolución Libertadora en 1955 y que prohibía mencionar el nombre de Juan Domingo Perón y la utilización de los símbolos partidarios del justicialismo.
En este contexto de alta conflictividad social, la Unidad Regional de San Martín lleva a cabo un operativo el 8 de julio de ese año en la calle Gascón 254, en la Capital Federal con el objetivo de atrapar a Alberto Rearte, hermano de Gustavo, entonces líder de la juventud peronista.
Pero las cosas no salieron como estaban previstas, y en medio de ese procedimiento se produce por error un enfrentamiento entre policías que dejó un saldo de dos efectivos muertos.
Al mando de un oficial principal llamado Juan Fiorillo, la Unidad Regional inicia la búsqueda de Rearte y otros militantes entre los que estaba Vallese, de 22 años, delegado de la UOM en su fábrica, TEA.
El 23 de agosto, pasadas de las 11 de la noche, Vallese es secuestrado en la calle Canalejas, cuando llegaba a la casa en la que alquilaba una pieza que compartía con su pareja, Elbia de la Peña, y su pequeño hijo de tres años, Felipe, fruto de una relación con otra mujer.
En esa vivienda de la calle Morelos 628 son apresados Francisco R. Sánchez, Osvaldo Abdala, Elbia de la Peña y Rosa Salas, Mercedes Cerviño de Adaro, sus dos hijas, Olga y Mónica, de 8 y 10 años y Felipe.
“El primer recuerdo que tengo es la imagen de un grupo de personas armadas entrando a mi casa y llevándose a la gente que vía conmigo en una casa de Flores. Desde ese día lucho para conocer mi identidad y reconstruir la historia de mi viejo”, rememoró en diálogo con Télam Felipe Vallese hijo.
También fueron detenidos en esa jornada Italo Vallese -hermano de Felipe-, y Agustín Adaro, marido de Mercedes y ordenanza en el Congreso, señalado en varias investigaciones como quien aportó información a los policías sobre el obrero metalúrgico y otros copañeros de militancia .
Dos días después, el diario El Mundo da cuenta del secuestro con un titular más que sugerente, que se permitía desafiar la censura imperante: “Como en Chicago, rarísimo suceso en Flores Norte que la Policía asegura ignorar”.
Se realizan varias presentaciones y denuncias, muchas de ellas a cargo de la CGT que tenía en la figura del dirigente de la UOM Augusto Timoteo Vandor a su principal referente.
Diez días después del operativo, y tras negar su realización, las autoridades de la Policía Bonaerense informan que las detenciones habían tenido lugar en la localidad de José Ingenieros, mas no se brindaba información sobre el paradero de Vallese, quien no volverá a aparecer con vida.
El periodista Eduardo Barraza denunció el caso en las revistas 18 de Marzo y Compañero y señaló al policía Fiorillo como principal responsable de ese delito de lesa humanidad, que en esos años no estaba tipificado como tal.
En 1965, los abogados Rodolfo Ortega Peña (años más tarde asesinado por la Triple A) y Eduardo Luis Duhalde (secretario de Derechos Humanos durante el kirchnerismo y fallecido en 2012) abordaron el caso en un libro titulado Felipe Vallese, proceso al sistema”.
En línea con lo investigado por Barraza, los autores aseguraron que el militante había muerto en una sesión de torturas dirigida por el oficial principal, quien al momento del crimen tenía 31 años.
Esas investigaciones sentaron las bases para una condena contra Fiorillo por privación ilegítima de la libertad, en 1971, pero sin el cuerpo de la víctima no pudo probarse el asesinato, y el represor recuperó la libertad tres años después.
Al volver a las calles se sumó a la Triple A, y en esa banda parapolicial reportaba cuando el 13 de octubre de 1974 se hallaron los cuerpos acribillados de Barraza y del fotógrafo Carlos Laham en un baldío de Villa Soldati.
Tras el golpe del 24 de marzo de 1976, y con el grado de comisario inspector se convirtió en uno de los lugartenientes del coronel Ramón Camps, jefe de la Policía de la provincia de Buenos Aires en los años del terrorismo de Estado.
Fiorillo participó en el secuestro de Clara Anahí Mariani, de cinco meses, la hija de Daniel Mariani y Diana Teruggi, desaparecida el 24 de noviembre de 1976, luego de que un operativo de las fuerzas conjuntas atacaran la casa de sus padres, donde funcionaba una imprenta clandestina de la organización Montoneros.
Dos años después de haber sido detenido, el represor murió en 2008 como consecuencia de una enfermedad terminal cuando se encontraba bajo arresto domiciliario.
“Hace unos años, en un archivo judicial de La Plata encontré la causa de mi viejo. Tenía ocho cuerpos y parece que hay dos más que andan por ahí. Estoy tratando de digitalizar todo para poner esa información en conocimiento de las nuevas generaciones. Aunque casi no lo conocí, mi papá me acompaña desde hace mucho y sé que desde algún lugar me debe haber dado una mano para recuperar mi identidad”, puntualizó Felipe, a los 58 años.