(por pablo cano) Fue en el epígrafe del último paro efectuado por la CGT -a la sazón el primero llevado adelante durante la administración Cambiemos- que Pablo Moyano recitó enfáticamente el mantra que ha sostenido el sentir de la conducción corporativa de la CGT. Palabra mas, palabra menos, para fundar la fortaleza de la Confederación dijo que «…quedó demostrado que el único que le puede parar el país al gobierno es la CGT».
Sin lugar a duda, Pablo cree en ese latiguillo que resume mucho de las virtudes y los errores del movimiento obrero organizado encuadrado en la CGT. La unicidad promocionada permite la capilaridad suficiente en los trabajadores formales para que los sindicatos continúen siendo un factor de poder en la Argentina a una escala singular respecto de economías asimilables. La administración de las Obras Sociales, además, les permite una vinculación con el afiliado y la familia que fomenta el vínculo y fondea la actividad gremial en todo sentido. El error consiste en pensar que eso es un derecho adquirido. Lo fue para los gobiernos peronistas (con sus enormes matices, en la concepción del poder real tanto el menemismo como el kichnerismo compartieron el respeto por el status quo sindical), lo fue también para los gobiernos radicales -sobre todo para Alfonsín que quiso en el inicio de su gobierno meter mano con la fallida Ley Mucci y luego reconoció los límites de tal poder-, pero claramente no lo es para la derecha empresarial que gobierna actualmente.
En efecto, la mirada de Macri y su gobierno (altamente compuesto por gerentes de alto rango y dueños) esta cruzada por la subjetividad del patrón que siempre entendió al sindicalismo -y a los trabajadores- como un costo en su ecuación económica y jamás fueron interpelados por el orden social que se ciñe al reparto de poder entre capital y trabajo dándole a estos últimos mayores herramientas (organización y leyes, básicamente) para equilibrar una disputa a todas luces desigual.
Es entonces que la buena vieja brújula sindical se detona en estos malos nuevos tiempos.
Hugo Moyano encabeza actualmente un viejo muñequeo tan aquerenciado en la genética cegetista cual es mostrarse cómo el malo mas bueno para negociar. Entonces mientras trata de acomodar los melones en función de sus agendas mas urgentes (Oca?, Afa?, la justicia federal?) acaudilla una rémora del MTA buscando en el fondo garantizarse el lugar de privilegio de ser la némesis bendecida por Macri. De esta forma, brinda el servicio de ocupar la válvula de escape a la tensión que genera (y generará) el brutal reacomodamiento de la puja distributiva que lleva adelante Cambiemos siendo el enemigo elegido…ese que tanto recomienda la biblioteca política de Sun Tzu para acá y que se traduce en orden al conflicto social y taponamiento al ascenso de otros líderes sociales o políticos que ocupen ese espacio de representación. Para la apostilla de esta estrategia vale recordar que es el mismo fetiche que vienen ofreciendo las organizaciones sociales con la CTEP y Barrios de Pie a la cabeza, ser los interlocutores del diálogo con los sectores castigados monetizando tal rol en términos políticos y de recursos. Vale recordar entonces que a Grabois y compañía los vienen llevando con la zanahoria de mes en mes mientras mantienen casi el mismo número de planes y se incrementa la capacidad de represión social del gobierno por ensanchamiento de los márgenes de acción que le genera el tandem control comunicacional y piquete en accesos. (¿Dónde está Santiago Maldonado?)
Sin embargo, luce evidente que el Macrismo funge de manera elegante y sofisticada en la misma lógica de legitimación del poder que sostuvo el kichnerismo en sus 12 años. La lógica del conflicto con un enemigo devaluado socialmente. Lo que fue la Corte Suprema menemista para Néstor, lo es la corrupción K para Macri. Cuando esta batalla se agote por el motivo que sea, será el momento de otras nuevas que el propio Macri viene anunciando. La competitividad y los costos laborales ya han aterrizado con sus efectos en los sectores de negocios que propicia con énfasis los funcionarios (inversores y dueños también?) del gobierno: Energía y transporte aerocomercial. El despedazamiento de los CCT es el primer capítulo. Sin embargo, si uno mira con detalle la hoja de ruta de este gobierno y la pone en la perspectiva de los históricos ciclos de endeudamiento, estamos a la vuelta de la esquina para que Macri tenga que echar mano a las grandes cajas para sostener un proceso de endeudamiento y fuga de divisas de velocidades incomparables. La caja de la Anses esta primera, cinco segundos después viene la caja de las Obras Sociales. No casualmente ya han empezado los voceros oficiosos del gobierno a cuestionar la «eficiencia» de las mismas. Y aquí hacen carambola, toman la caja al mismo tiempo que estigmatizan a los sindicalistas por su opulencia patrimonial -¿alguien puede pensar que es casualidad que se empiece a correr el reclamo para que los administradores de obras sociales hagan público su patrimonio?- y debilitan su posición a la hora de la otra discusión que importa, que es la reforma sobre las leyes laborales.
Moyano, Lingieri, Daer, Rodriguez….todos ellos y los que siguen son «bocatto di cardinale» para los programas políticos de cable y de América cuando llegue el momento. La izquierda torpemente creerá una oportunidad de avance y será funcional al desmadre del movimiento obrero organizado. Y los que ven en el Caballo Suarez un deja vú de lo que va a venir empezarán a sentir frío en la espalda.
Sigan pensando que estos muchachos son charlables…mientras tanto para normalizar un gremio intervenido te hacen votar en boleta electrónica…el software, los chips y las máquinas las pone el gobierno, cuando también te pongan los dirigentes ya sabemos que les gusta los Momo Venegas, a cuyo entierro fue compungida toda la plana mayor de la Sociedad Rural.