Probablemente ésta marcha que sucede hoy sea la primera marcha de los trabajadores con altas chances de conseguir un rédito palpable desde el inicio de la gestión de Mauricio Macri.
Dentro del Congreso Nacional ya dan por caído el tratamiento de la reforma laboral en el corto plazo y nadie se aventura a hacer pronósticos sobre su progreso durante las sesiones extraordinarias que debe convocar el Presidente si quiere su tratamiento durante el próximo verano. Incluso algunos diputados de la oposición aventuran que Macri terminará por pagar el costo de aplicar las mismas mediante un Decreto de Necesidad y Urgencia antes que el inseguro trámite de una ley en el Parlamento.
Sobre la víspera de la marcha, la CGT volvió a ratificar que acompaña el proyecto de ley que acordó con el Ministro Triaca desmarcándose del apoyo a la reforma al cálculo jubilatorio, pero, hábiles declarantes, manifestaron a la salida del cónclave cegetista que los «matices» los deben tratar los Senadores y Diputados. Una gentileza que le devolvieron a Pichetto cuándo éste los pidió en las comisiones para que pongan los dedos al acuerdo que ellos mismos habían arribado. Demasiados cruces y roscas se empastan por la impericia política del Gobierno y su mala lectura respecto del impacto de la merma en los bolsillos de los jubilados tendría tanto en el humor oscial como en el microclima político.
Rápido de reflejos, Sergio Palazzo salió a pedir el acompañamiento de la CGT a la marcha de hoy en rechazo a la reforma jubilatoria.
Así las cosas, el amplio abanico de autoconvocados para hoy hace prever una marcha multitudinaria y que encuentra en la movilización una síntesis que aún no logra plasmarse en la construcción de la oposición.
Un nuevo mapa empieza a delinearse esta tarde.