La gigante alimenticia radicada en Brasil, anunció un plan de desinversiones de 1300 millones de dólares en sus unidades de Europa, Argentina y Tailandia para hacer frente a los problemas financieros que atraviesa tras descubrirse su participación en varios casos de corrupción.
En un comunicado, BRF aseguró que el plan de desinversiones contempla la venta de sus unidades en Europa, Argentina y Tailandia, para «mejorar su estructura de capital, por medio de la reducción de sus deudas» y reforzar «sus procesos de calidad y gestión».
La multinacional brasileña también afirmó que se centrará en sus operaciones en el mercado brasileño, el árabe y el asiático.
Dentro del plan de reestructuración, BRF también comunicó el despido del 5 por ciento de sus trabajadores en Brasil y la eliminación de cuatro de las 14 vicepresidencias. Hay alarma por lo que pueda ocurrir en Argentina, donde ya empezó el achique.
La compañía informó este mes de junio la llegada a la presidencia del grupo de Pedro Parente, expresidente de la estatal Petrobras, donde puso en marcha un millonario plan de desinversión para superar la severa crisis que golpeaba a la estatal.
BRF finalizó 2017 con un déficit de 1.100 millones de reales (unos 280 millones de dólares), después de tener su imagen seriamente dañada al descubrirse que formaba parte de una red que falsificaba los resultados de los exámenes de calidad que se hacían a las muestras de productos de la compañía, lo que provocó que varios países suspendieran sus importaciones.