Las amenazantes declaraciones en las que Luis Barrionuevo vaticinó un estallido social para diciembre próximo, terminó siendo un bumerang que debilitó a la dirigencia sindical opositora y potenció la reacción del Gobierno y su denuncia de intentos desestabilizadores.
Los dichos de Barrionuevo desataron una andanada de repudios desde diversos sectores que se volcaron en respaldos a la gestión de Cristina Fernández y en defensa de la democracia.
En momentos en los que se evaluaba la continuidad del plan de lucha, luego del paro del pasado 28 de agosto, los planes del sindicalismo opositor tuvo que recalcular sus pasos y dar un volantazo.
Hugo Moyano y el propio Barrionuevo se reunirán mañana con los dirigentes más cercanos para debatir los próximos pasos en su estrategia de confrontación contra el Ejecutivo, pero las palabras de «Bandeja» hacen que sea muy dificil que avancen en un nuevo paro nacional de 48 horas para el próximo mes.
Luego de las palabras de Barrionuevo, y el repudio social generalizado, entienden que no están dadas las condiciones para una nueva medida de fuerza. Por lo tanto comienzan a barajar alternativas.
Un nuevo paro sería poner en riesgo la, ya en baja, adhesión conseguida el 28 de agosto y darle más argumentos a quienes los ligan a intentos desestabilizadores promovidos por Barrionuevo
El plan b es lanzar una movilización a la Plaza de Mayo en busca de llevar a las calles el descontento con consignas amplias que incluyan a los jubilados y la inseguridad. Mover algo para no terminar de «guardarse».
Además, los dirigentes opositores debatirán si es conveniente lanzar una avanzada por la reapertura de paritarias, que la encabece el propio gremio de camioneros de los Moyano.
En Azopardo las palabras de Barrionuevo hicieron mucho ruido, pero también fueron un alivio. Dejaron a Moyano en pleno derecho de desalentar nuevas protestas ante el temor de seguir en baja en la convocatoria del 28 de agosto.