«Ni en mis sueños más febriles imaginé que iba a llegar a ocupar la cantidad de lugares que terminé ocupando», le dijo CFK al multitudinario auditorio de delegados y delegadas del gremio de mecánicos sobre su trayectoria política.
Buena parte del desembarco de la ex mandataria al predio de Cañuelas, que marcó el fin de un prolongado silencio autoimpuesto, estuvo signado por un repaso del rol de la mujer en las organizaciones y una fuerte impronta de género.
No parece casual que en su retorno a la vida pública y en la previa de la debate en el Senado por la legalización de la Interrupción Voluntaria del Embarazo, que seguramente la tendrá como protagonista, Cristina llevó a una sola dirigente de su confianza al encuentro: Vanesa Siley.
Le elección se trata de un claro mensaje al mundo gremial y político. Siley, es mujer, joven, dirigente sindical electa con la más alta responsabilidad y diputada nacional. Representa un modelo a seguir en un mundo machista como el sindical, poco permeable a los cambios.
El propio Ricardo Pignanelli, atento a la situación, tomó nota de las señales que llegaban desde su derecha y en un momento del acto le pidió que se paren las delegadas presentes. Las felicitó por el compromiso y las alentó a incorporar más compañeras a la herramienta gremial. Además se comprometió a fortalecer su rol en el sindicato.
Todo esto como parte de un clima de época, que esta semana seguramente presenciará una de las más multitudinarias movilizaciones de la argentina reciente cuando más de un millón de mujeres colmen las calles para pedir por la legalización del aborto.