La problemas que afronta el sector gastronómico parecen haberse profundizado este año. Es que desde el gremio que lidera Luis Barrionuevo hablan de una pérdida de 3.000 empleados en lo que va del año y de más de 260 bares y restaurantes que bajaron la persiana.
El análisis se vio reforzado por la descripción que hizo el secretario general de la Unión de Trabajadores de Hoteles y Gastronomía (Uthgra) Seccional Capital, Dante Camaño, quien en diálogo con La Nación apuntó que «históricamente, el sector siempre se manejó con un equilibrio entre aperturas y cierres de restaurantes, pero en lo que va de 2014 sólo en la Capital Federal registramos el cierre de más de 260 restaurantes y bares, contra apenas 100 aperturas».
Los registros negativos tienen un dato extra que potencia la preocupación. «Lo grave es que se multiplicaron los cierres de clásicos del rubro, que no se pueden explicar por un tema de falta de conocimiento del mercado», señaló Verónica Sánchez, presidente de la Cámara de Restaurantes de la ciudad de Buenos Aires.
En cuanto al empleo, el sindicalista precisó: «Sólo en septiembre tuvimos una baja de 1.100 afiliados, incluyendo despidos y salidas acordadas, pero según nuestros cálculos las pérdidas de puestos de trabajo fueron mucho más numerosas»
Si a ese número se le agregan los despidos de la gente que trabaja en negro, se estima -fundamentó el sindicalista- que «en el mes de septiembre cayeron más de 3.000 empleados de la industria».
Justamente esa situación es una de las que mayores reproches le generaron a Barrionuevo en los últimos meses en sus reuniones en la CGT Azopardo. Sus aliados opositores le achacan la virtual inexistencia del gremio en el sector que lo lleva a no poder parar «ni un bar, ni un hotel».
La misma ausencia impacta en el alto porcentaje de trabajo en negro que se encuentra entre los sectores más permeables de la zona metropolitana.
La Dirección de Estadística y Censos de la ciudad de Buenos Aires expuso otro indicador que explica los despidos y los cierres de locales: a través de un informe detalló que en el segundo trimestre de 2014 la facturación de los restaurantes cayó un 4,1%.
Para capear el «temporal», los propietarios buscan soluciones con la implementación de medidas como el autoservicio o las cartas cortas, con menúes que permiten comer por unos $100 por persona; en algunos casos incluso deciden apostar fuerte por el delivery.
La presidente Cristina Kirchner negó el mes pasado que se haya producido un incremento de cierres de restaurantes por la recesión económica y presentó datos de la AFIP que indican lo contrario.
«Decían que se habían cerrado no se que cantidad de restaurantes, que ya no iban a queda lugares para comer en la ciudad de Buenos Aires, entonces pedí a (el titular de la AFIP, Ricardo) Echegaray información de altas y bajas y estamos igual entre 2012 y 2014», aseguró la jefa de Estado.