En 2018 la Argentina vivió el mayor deterioro de la calidad de vida y de poder adquisitivo de la sociedad desde 2002. Según las estimaciones del Instituto Estadístico de los Trabajadores (IET), el salario real se hundirá alrededor de 13% interanual en diciembre y cerca de 7% en el promedio anual en 2018, muy por encima de las caídas de 2014 y 2016.
Ese desplome es la principal causa del ingreso de más de 2 millones de personas a la categoría de pobreza a lo largo del año. Por eso el 2019 presenta grandes desafíos para el movimiento obrero.
En el marco de un año electoral, deberán recuperar poder de compra de los salarios mientras la inflación no termina de desacelerarse. Además el Gobierno volvió a anunciar tarifazos, por lo que es difícil que pueda acentuarse una curva inflacionaria decreciente en el corto plazo.
Por su parte la medición del Observatorio de la Deuda Social de la UCA mostró que en el tercer trimestre el porcentaje de personas que no alcanzan a cubrir la canasta de bienes y servicios básicos se disparó 5,4 puntos, al pasar en un año del 28,2% al 33,6%.
Los analistas de ambas entidades coinciden en la magnitud del aumento de la desigualdad y la pobreza, y advierten que en el cuarto trimestre el salto será aún mayor.
El IET y CEPA apuntaron que para fin de año el aumento de la pobreza será de entre 6 y 7 puntos, lo que llevaría la medición del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) del segundo semestre a alrededor del 32% anual.
“Este año hubo un gran deterioro del poder, que llevó a una suba muy fuerte de la pobreza. La caída del salario real es la mayor desde 2002 y la suba de la pobreza entre puntas (4° trimestre de 2018 vs 4° trimestre de 2017) va a ser probablemente la más alta desde 2002”, señaló el analista Daniel Schteingart.
El deterioro de los ingresos fue incluso mayor para los sectores de menores recursos. En 2018 la canasta básica total (CBT), que marca la línea de la pobreza, subió muy por encima de la inflación general: mientras que en noviembre el IPC saltó 48,5%, la CBT se disparó 57,3%, casi 9 puntos más.
“Cuando hay devaluación, el precio de los alimentos se dispara por encima del resto, y por tanto el precio de la canasta básica sube más rápido que le de la inflación general”, explicó un informe del IET.
A eso se suma una caída del salario mínimo, vital y móvil, según el CEPA, de 11% interanual y 10% en el promedio anual en términos reales, que impacta en la recomposición de los programas sociales (atados a las variaciones del SMVM) y en los asalariados informales, que lo toman como referencia.