Tras la decisión de Dante Sica de meter mano en el SOEME, el interventor judicial del año de normalización de la entidad sindical, Conrado Reinke, presentó su renuncia indeclinable ante el Juzgado Federal de la Plata. Es una firma que va en concordancia con lo decidido por el Ministro de Producción y Trabajo de la Nación y significa un paso al costado para apagar el escándalo desatado en los últimos días.
El hombre elegido por el ministro para ese cargo es el hijo de un viejo conocido suyo: Julio Cesar Simón (H). Se trata de un abogado de empresas sin ningún antecedente en el mundo gremial que sirva de plafón para la tarea requerida.
Sin embargo, la cadena de favores que deriva en ese nombramiento se remonta a la década del 90. Por entonces el ex Camarista del Trabajo, Julio Cesar Simon (P), se desempeñaba como recaudador en la Obra Social Docente (OSPLAD) -fundida por ese directorio-. Simon (P) ocupaba el cargo de consejero en representación, nada menos, que del SOEME. Lo había propuesto Antonio Balcedo, padre del ahora detenido Marcelo Balcedo y su antecesor como Secretario General.
En la actualidad se volvieron a cruzar los destinos de padres e hijos, de las familias. Simon, (P) asumió la Presidencia del flamante Consejo de Asesores Ad Honorem de Sica, y como contraprestación su hijo fue designado como delegado normalizador del SOEME, en una maniobra que quedó en offside por la impericia administrativa y ahora deberá ser validada por la Justicia Federal.
La sospecha, por la íntima relación Simón-Balcedo, es que el propósito inconfesable de la gestión de Julio Cesar (H) es que se vuelvan generar las condiciones para devolverle el sindicato a los Balcedo.
Esta silenciosa y larga cadena de favores pergeñada en los oscuros pasillos de una financiera famosa que se trasladó de puerto madero a la recoleta, es muy básica y evidente: desembarcar en la caja del SOEME, para utilizarlas como trampolín de regreso.
En las turbias aguas de las catatumbas sindicales bonaerenses, quienes cumplen la función de ejecutores de este dominó, son el expulsado de UPCN, Fernando Marin y Susana Mariño, quien en estos días estaría en Uruguay con la intención de cerrar los detalles del plan para recuperar el gremio para la familia Balcedo.
Sorprendió en las últimas semanas en las redacciones de los medios provinciales el desembarco de fuertes sumas de dinero proveniente del país oriental, que tiene como objetivo reposicionar a la fracción de Balcedo. Algo que esperan coronar con su vuelta a la secretaría general.
Se avecinan horas decisivas en el SOEME, donde el juez federal Ernesto Kreplak tiene que tomar resoluciones en pos de normalizar la entidad sindical. Deberá revalidar (o no) la decisión de Sica, aceptar la renuncia (o no) de Reinke y confirmar (o no) el cronograma electoral que tiene previsto devolverle el sindicato a los afiliados el 30 de mayo.
Hasta ahora los Balcedo vienen ganando la pulseada. Con el empuje de Sica (que parece empecinado en repetir las desprolijidades que eyectaron a su predecesor Jorge Triaca del Gabinete), están a un paso de desplazar al interventor Reinke y a horas de colocar a un delfín al frente de una caja de 140 millones con la que regar de fondos su regreso sin gloria desde Uruguay.