«Vamos a colmar otra vez la 9 de Julio. Vamos a juntar 2 millones de trabajadores en defensa de la democracia y del voto popular». Las palabras se escucharon en la sede que tiene en el barrio de Constitución el Sindicato de Choferes de Camiones. Fueron parte de una charla más extensa en la que Pablo Moyano cerraba una alianza estratégica con Emiliano Genta, actual secretario de Capacitación y Cultura del Sutecba (gremio de los municipales porteños), quien buscará reemplazar a su padre Amadeo Genta al frente de la organización en los comicios que, se estima, tendrán lugar el año próximo. Un pacto de hijos.
La determinación de Emiliano, que barajaba la posibilidad desde hace algo más de un año, se terminó de tomar tras el fallecimiento del secretario Adjunto Patricio Datarmini. El período actual vence en 2021, es decir, las elecciones están a la vuelta de la esquina. Serán con la llegada de la nueva normalidad y por ello busca un piso sólido en el que sostenerse. La duda, por estas horas, es si Amadeo está en sintonía con lo actuado por Emiliano y con su cierre político. Algunos descreen. Mientras tanto la interna en el sindicato va tomando temperatura y hasta se espera algún capítulo judicial en el futuro cercano.
Con el paso de los días la iniciativa callejera empezó a diluirse. No sólo porque la charla se dio en el marco del asedio policial a la Quinta de Olivos que se terminó «resolviendo», sino porque la situación judicial de Pablo no dio tregua desde entonces y los contagios de Covid-19 en el mundo sindical siguieron escalando. Incluso llegaron a algunos de los dirigentes más cercanos del camionero, que por estas horas se están recuperando. Pero la idea quedó flotando, no está descartada y puede renacer. No casualmente la conducción de la CGT apuró su propia definición para el 17 de octubre con una salida intermedia: presencial/virtual. Es una forma de ganar de mano.
El día de la lealtad cegetista tendrá un mensaje adicional, personal y político: mostrará una comunión de dirigentes sindicales dispuestos a conformar el albertismo. Le insistirán en que conduzca el partido. Y fundamentalmente a ellos. El operativo es claro y lo terminó de consolidar el RucciGate de estos días. No se sienten cómodos como pares del kirchnerismo y necesitan una vía de escape. Esa salida del laberinto por arriba se la puede dar Alberto, que además les puede garantizar una convivencia pacífica con Máximo y Cristina. Y también con Axel.
El confuso episodio de la legislatura bonaerense, que podría haberse saldado con una llamada por teléfono para que les expliquen que sólo se buscaba modificar una tira de fundamentos wikipediados, demostró lo irritante que les resulta a los muchachos La Cámpora. Reaccionaron notablemente más fuerte que ante el levantamiento policial que puso en peligro la democracia. Sacaron un comunicado. Después una solicitada. Más tarde los criticaron en la reunión de Consejo Directivo. Y cerraron el círculo con una placa que colocó la Juventud Sindical, que comanda otro hijo, Sebastian Maturano, en el edificio de Azopardo. Todo ello a pesar de que el propio Anibal Rucci salió a bajar la tensión y aclarar los hechos.
El RucciGate también golpeó a los legisladores de extracción sindical bonaerenses. Es que en diputados tiene una banca Soledad Alonso, referente del Secasfpi, gremio de Anses, y esposa de Carlos Ortega. Justamente la idea de tener una representante del movimiento obrero en ese lugar giraba en torno a consolidar una especie de puente para evitar este tipo de ruidos entre unos y otros. Pero no sucedió. «Se montaron sobre una nota de Clarín y nadie los llamó», reprochó una importante fuente bonaerense.
No es un dato menor que la controversia por los lugares en las listas fue uno de los puntos de quiebre del Frente Sindical Para el Modelo Nacional del año pasado y uno de los motivos que distanció, por ejemplo, a Hugo Moyano de Sergio Palazzo. Y también dejó resquemores entre los propios integrantes de la Corriente Federal. Dados esos antecedentes, son varios los que reciclaron las viejas facturas por la falta de debates y de consensos sobre quienes fueron los elegidos. «Cada uno jugó la propia. Muy característico de la Argentina de hoy», graficó un dirigente.-