Antonio Caló y Ricardo Pignanelli, líderes de los dos gremios industriales más emblemáticos del país, encabezan la resucitada Confederación de Sindicatos Industriales. Reunieron más de una veintena de gremios de la actividad. Respaldaron a Alberto «en su defensa de la industrialización y el empleo» y buscan ser un factor de poder que incida en la CGT y las políticas públicas.
Con un documento que lleva la rubrica de más de una veintena de gremios trascendentes del sector y las firmas del metalúrgico Antonio Caló y el mecánico Ricardo Pignanelli, la Confederación de Sindicatos Industriales de la República Argentina (CSIRA) se pronunció hoy en respaldo de la política económica de Alberto Fernández.
«Manifestamos el acompañamiento y apoyo a nuestro presidente en su defensa de la industrialización y el empleo, profundizando el desarrollo regional a través de la integración al mundo con un Mercosur fortalecido», señala el texto que también lleva las firmas de Rodolfo Daer, Gerardo Martínez, Walter Correa, Héctor Amichetti, Pedro Milla, Hugo Benitez y Héctor Ponce, entre varios otros.
La CSIRA es esa Confederación que había sido trascendente en el último tramo de la segunda gestión de Cristina, con fuertes vínculos por la entonces ministra de Producción Débora Giorgi, y que más tarde había sido prácticamente abandonada.
Ahora, Caló y Piganelli, quienes la lideraron en aquel nacimiento, buscan reflotarla al compás de un modelo económico más amigable para la industria.
Además, la CSIRA es un pilar que los puede convertir en factores de poder en las decisiones que se vienen en materia económica y en el plano sindical, con la disputa por la renovación de la CGT todavía abierta.
Entre sus primeras definiciones, la Confederación se mete con la integración económica regional: «Entendemos que la baja de aranceles y mayor flexibilización comercial con terceros bloques y países desarrollados implicaría la pérdida de producción y trabajo en el Mercosur», sostienen.
Y advierten que «Significaría un debilitamiento del bloque regional por la pérdida de preferencias de acceso de los socios del Mercosur a manos de terceros bloques y países de mayor desarrollo, sin considerar en esos acuerdos comerciales las premisas básicas de ‘Tratamiento Especial y Diferencial’ por el nivel de desarrollo productivo disímil entre las partes firmantes».
«Consideramos imperioso fortalecer el bloque tomando los resguardos de mercado, planteando en las negociaciones exigencias de menores de aperturas y mayores accesos para los bloques que, como el Mercosur, presentan aún industrias nacientes, cadenas productivas incompletas, niveles tecnológicos rezagados, mercados regionales de enorme crecimiento potencial, y mayores indicadores de pobreza que los bloques desarrollados con que se pretende acordar comercialmente ‘en una utópica y dañina paridad’ que a todas luces no es tal».
Y concluyen: «Rechazamos una inserción internacional primarizada, teniendo en cuenta que el Mercosur se fundó con la premisa de fortalecer el comercio interno, integrarse en cadenas de valor regionales, impulsar la tecnología y, después, salir al mundo con una inserción inteligente».