Así lo reveló un informe de Capacitación y Estudios sobre Trabajo y Desarrollo (CETyD), perteneciente a la Universidad Nacional de San Martín. Además pone el foco en la fragmentación del mercado de trabajo y el impacto de la pandemia.
Un informe de Capacitación y Estudios sobre Trabajo y Desarrollo (CETyD), perteneciente a la Universidad Nacional de San Martín, relevó el impacto del coronavirus en el mercado laboral argentino desde una perspectiva global y sostiene que «tener un empleo precario o encontrarse desocupado incrementa notablemente las posibilidades de ser pobre».
El reporte sostiene que en el caso de nuestro país, «la fragmentación de la estructura ocupacional incide sobre los niveles de pobreza (que se incrementaron durante 2020)».
De acuerdo a esto, la proporción de cuentapropistas y asalariados informales bajo la línea de pobreza «está cerca de triplicar a la de los asalariados formales, y la de desocupados la cuadruplica», de ahí que «queda al descubierto la marcada fractura que atraviesa al mercado laboral en nuestro país y la incidencia que tienen la precarización y el desempleo».
El empleo creció en todos los sectores, a excepción de la administración pública, entre el segundo y cuarto trimestre de 2020 en Argentina, aunque en algunos casos aún a niveles inferiores a los de fines de 2019 (tales como hoteles y restaurantes (-36%), trabajo doméstico (-20%) o comercio (-11%)».
Según el último informe del CETyD, en el mundo los mercados laborales reaccionaron de distintos modos ante la crisis derivada de la pandemia de Covid-19 y las medidas tomadas para contener su avance.
«En donde los mecanismos de protección del empleo son débiles o inexistentes, la principal variable de ajuste fue el empleo», sostiene el informe e indica que esto fue observado por ejemplo «tanto en Estados Unidos como en el sector informal de Argentina (en nuestro país, con mayor intensidad dado el mayor grado de fragilidad de nuestra economía)».
En el caso de Estados Unidos, el informe sostiene que se trata de un caso «intermedio», ya que «la debilidad de sus políticas de protección del empleo determinó que, a pesar de la fortaleza de su economía, la destrucción de puestos de trabajo termine en valores más cercanos a los de Latinoamérica que a los de la Unión Europea».
El impacto sobre el sector asalariado registrado de Argentina y su dinámica frente a la crisis se equipara a la de la Unión Europea de acuerdo al CETyD, porque «entre distintos factores que incidieron en ese resultado, los actores sociales acordaron reducir la jornada laboral y el Estado implementó un programa de políticas orientado a proteger los puestos de trabajo». Allí la principal variable de ajuste ante la crisis no fue el empleo sino la cantidad promedio de horas trabajadas por ocupado (reducida en Europa por medio de los acuerdos «short-time work» y en Argentina, de las suspensiones).
«En nuestro caso, el Estado articuló su intervención en torno a tres iniciativas centrales: la prohibición de despidos, el programa ATP de pago de salarios y reducción de contribuciones patronales y el mecanismo de validación ágil de suspensiones con pago de salarios».