Por Alejandro el “Gitano” Ulloa @GitanoUlloa
Virginia Bolten es un mito y realidad viviente para la militancia de las mujeres. Es el paradigma de las mujeres que estuvieron desde el principio en los motines y huelgas para reivindicar derechos laborales e igualdad salarial. Siempre al lado de sus compañeros en los sindicatos, perosin alcanzar el reconocimiento o los cargos en igualdad. Las reivindicaciones de aquellas mujeres de principios del siglo XX quedaban en un segundo plano, pero los principios siguieron firmes en las compañeras.
Necesitamos que el humanismo recobre su sentido último. En tiempos de transformaciones y rupturas en las estructuras tradicionales, están llamadas las mujeres y las disidencias a edificar nuevos modelos de sociedad a la altura de los tiempos. No es poca la ambiciosa tarea que espera a las compañeras.
Más de un siglo después, ya en los tiempos del “Ni una menos”, las mujeres marcan el camino de la unidad bajo la bandera principal de su exigencia: “El sindicalismo es con nosotras”. Las mujeres construyen política desde una práctica feminista y son las pioneras de la unidad sindical. La paridad de género como contenido formal en el mundo de la política y el sindicalismo es un desafío a las mujeres participantes de esas realidades. Este parece ser el momento histórico para incorporar la perspectiva feminista, aunque el modelo sindical predominante parece ignorar sus profundas causas y determinaciones más allá de las oportunidades e intenciones.
Miles de trabajadoras de base y dirigentes medias son militantes y feministas intuitivas, armadas apenas con la sabiduría que les da la vida misma para determinar su conciencia. Muchas se enojan con el mote de “feministas” que les aplican “para bajarle el precio a sus demandas”, parafraseando a un presidente que marcó el camino de la ampliación de derechos. El trabajo las hace libres y otras mujeres trabajadoras les susurran al oído sobre las luchas ancestrales que traen con su memoria risas jocosas a los vestuarios de la fábrica o las comidas familiares. Las compañeras muestran las uñas y dientes para defender a sus familias y compañeros del asalto capitalista a sus vidas. No están solas en la patriada: las acompañan disidencias de oprimides y excluides por el sistema.
“No somos un adorno”
Dina Sánchez, de la Unión de Trabajadorxs de la Economía Popular (UTEP), señala que “para nuestro sindicato es un hito fundamental la equidad de género. Somos el primer sindicato que tiene esa igualdad en sus estatutos; fue un debate y un planteo muy fuerte en la construcción de nuestro gremio, que está compuesto por mujeres trabajadoras de la economía popular. Acá nos planteamos con claridad que desde el inicio nuestro sindicato tenía que garantizar la paridad.”
Dina reflexiona sobre la historia de luchas del movimiento obrero y su vínculo con los problemas de las mujeres: “Las estructuras gremiales vienen cambiando –todavía cuesta–, no es tan sencillo, como se vio con la mesa de Facundo Moyano y en muchísimas actividades del gobierno nacional. El sindicalismo feminista ha permitido visibilizar que hace muchos años hay mujeres peleando por los derechos de la clase trabajadora y que es necesario poner en discusión el rol que tenemos. Atentos que no somos un adorno y efectivamente estamos aportando en la organización gremial para pelear por las reivindicaciones de conjunto de los y las trabajadoras.”
Muchas compañeras hacen grandes esfuerzos para entender el feminismo mientras lo ejercen por derecho pleno: montan comedores y merenderos para les pibes del barrio, crían (casi siempre solas) legiones de hijos haciendo trabajo doméstico pagado en negro para otras mujeres con mayores recursos que las consideran apenas como una “ayuda”. Otras realizan tareas de cuidado sin remunerar asistiendo a hijes, nietes y mayores. Están las Madres y Abuelas de la resistencia cuya tarea valoramos muy tarde. Las jóvenes y no tanto víctimas de vejaciones en trabajos y hogares que dieron lugar con su martirologio al “Ni una Menos”. Todas ellas son las santidades de esa religión que todo lo pinta de verde por la soberanía sobre su cuerpo. Junto a ellas están las activistas de los sindicatos que se comprometen en la participación social y política. Son las mujeres que dan el salto a la arena política y presentan batalla por esa paridad de género real que aún está en veremos.
Dina Sánchez exige la atención sobre el tema central de la agenda feminista: “Ya no se puede seguir construyendo en la clase trabajadora sin nosotras en la mesa central de discusión, de debate político, en la lucha, en la representación de todas esas trabajadoras en cada uno de sus sindicatos peleando por sus derechos. Todavía cuesta que salga naturalmente –señala la dirigente de la UTEP–. Tratamos de explicar que en todas las mesas tiene que haber una representación de las mujeres, de las mujeres trabajadoras, pero también las mujeres de las pequeñas y medianas empresas, de las campesinas, de las empresarias. Nosotras estamos allí para recordarlo, visibilizarlo y cuestionarlo, para ponerlo en debate.”
Sin dudas la UTEP es un gremio a la vanguardia: “Las mujeres trabajadoras fuimos quienes le hicimos el primer paro al gobierno de Macri en un momento de mucha pasividad, con muchas estructuras sindicales que seguían “dialogando” con un gobierno que vino a entregar al pueblo trabajador, a endeudarlo y a dejarnos en una situación de miseria planificada. El movimiento feminista hace un aporte importante y ha permitido poner en cuestionamiento las estructuras clásicas del movimiento obrero y plantear que en el siglo XXI hay cosas que no pueden pasar más.”
Las más explotadas y más oprimidas
María Laura Da Silva es una joven militante peronista, delegada y paritaria de Télam. Desde su puesto de trabajadora de prensa en la sección Economía en la agencia se involucra “como nos gusta decir a nosotras, en el sindicalismo feminista”. Sonríe irónicamente cuando manifiesta su rechazo al hecho de que un grupo de varones dirigentes sindicales se saque la foto: “Desde esa posición de privilegio toman posición sobre las desigualdades de género que atravesamos las mujeres, identidades y disidencias. El tema –afirma– está en una mesa de discusión debido a la visibilización que generó la lucha de miles de compañeras que instalaron en la agenda pública la cuestión de las brechas e inequidades de género.”
El cupo femenino en los sindicatos es resistido con una variopinta argumentación. Los históricos argumentan que “Se meten en la designación al interior de nuestras organizaciones para debilitarnos”. Los modernos retardatarios reclaman la meritocracia en un contexto donde las mujeres carecen de oportunidades. Como los sindicatos son parte de un esquema machista y patriarcal de sociedad hay un largo camino por delante para ocupar espacios de representación con las características que asume la clase trabajadora hoy.
La compañera del Sipreba señala que “no se puede reducir la discusión política a una cuestión de “capacidades” individuales, porque detrás de ese argumento se esconde la cuestión clave de la desigualdad: las tareas domésticas y de cuidados no remunerados (TDCNR) recaen principalmente sobre las mujeres.”
Da Silva desarrolla la idea de que las mujeres son el sector de la población más explotado y más oprimido: “La pobreza en Argentina está feminizada. La distribución de las tareas de cuidado y de trabajo doméstico es desigual, 9 de cada 10 mujeres dedican a ellas 6,4 horas diarias, tres veces más tiempo que los varones. Las mujeres tienen trabajos precarizados con mayores índices de desocupación. Sufren una mayor desprotección social y mayores niveles de pobreza.”
¿Puede el movimiento obrero organizado protagonizar estas nuevas conquistas? Será con las Mujeres Sindicalistas adentro –afirma Laura– en espacios de representación que nos permitan discutir la distribución de los cuidados, las licencias, la implementación efectiva del cupo laboral travesti trans, la paridad en los gremios, espacios de trabajo y de militancia sindical libres de violencia de género.”
Además de la herrumbre patriarcal, y vinculada estrechamente, esa distribución asimétrica explica también la menor participación en el mercado laboral en relación a los varones y el impacto en los ámbitos de representación gremial. La periodista señala que “en la pandemia la tendencia se agravó: las mujeres combinamos al interior de los hogares el tiempo de teletrabajo (si tenemos un empleo formal) con el tiempo de las tareas domésticas y cuidados –de niñxs, adultxs mayores y personas con discapacidad”. Con datos que le brinda el oficio, la sindicalista feminista (como debe ser) finaliza contundente: “El Ministerio de Economía estimó nuestro aporte a la economía: el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado representa el 15,9% del PIB y es el sector de mayor aporte en toda la economía, seguido por la industria (13,2%) y el comercio (13,0%).”
Es un asunto de todxs
Todo indica que la Ley Nº 25674 de cupo femenino en los sindicatos es ignorada en su esencia profunda. Un tercio de les afiliades a los sindicatos son mujeres pero solo una de cada veinte llega a puestos de representación. Susana Rueda fue la única que llegó a la secretaría general de la CGT, y eso como parte de una conducción colegiada.
Antes de coronar la dama, en la elite de conducción hay un porcentaje cercano al 18% en la participación femenina (secretarías puntuales, directivos menores, revisoras de cuentas). Sin embargo, la ocupación de cargos es restrictiva, aun en sindicatos cuya composición es fundamentalmente femenina. Asciende la participación en las secretarías de Género o Servicios Sociales, tareas consideradas “femeninas”.
Las militantes o quienes tienen intereses favorables hacia el tema proponen dotar al sindicato todo de una perspectiva de género, sacando el cartelito de “asuntos de mujeres” para abrir la opinión de todas al común de las competencias gremiales. Todo tiene que ver con todo, y existe una falsa consciencia de que hay contradicción entre tareas de cuidado y militancia. Eso pasa en los sindicatos y en toda la sociedad; está naturalizado (cada vez menos), que existen tareas y profesiones masculinas como la industria pesada y el transporte, y empleos asignados a priori a las mujeres como la docencia y la enfermería. Ejemplos sobran para ratificarlo, pero la presencia de albañilas, conductoras de subterráneo o choferas de camiones son excepciones que confirman la regla.
Laura Córdoba es empleada de la empresa Tupperware y titular de la Secretaría de la Mujer del SiChoCa (Camioneros) seccional Buenos Aires. Su experiencia en una organización con una base social abrumadoramente masculina lleva a prestar atención sobre el hecho de que aún falta mucho para conquistar paridad en las organizaciones netamente masculinas, que en su convenio explicita igual paga a las mujeres y todos los beneficios sin distinción de género.
Sobre el acoso laboral, Córdoba señala que “La violencia y el acoso en el mundo son incompatibles con el trabajo decente y seguro. El Convenio 190, que fue aprobado en la OIT, entró en vigencia en junio de 2021 y considera a la violencia y el acoso en el mundo del trabajo como una violación o abuso de los derechos humanos.” La compañera de la poderosa organización gremial explica que “el acoso laboral es una de las prácticas más comunes en los espacios de trabajo. Incluso como víctima del mismo he venido realizando diferentes actividades: charlas, campañas y capacitaciones tanto a delegadxs como a trabajadorxs, para ayudar a la toma de conciencia y lograr espacios libres de violencia y de prácticas inaceptables que causen un daño físico, psicológico, sexual o económico que incluyen la violencia y el acoso por razón de género”.
Alejandra González es parte de la comisión directiva del Sindicato de Empleados de Administradoras de edificios (SEARA). Hay muchísima valentía en su actitud y en su mirada. La primera mujer trans que discute una paritaria en el país relata su itinerario: “El nuestro es un sindicato joven y Gabriela Pilar Saldivia, nuestra secretaria general, fue quien me incentivó a participar. Me afilié y me fui involucrando. Muchas veces fue difícil entrar en ámbitos donde he sentido miradas incómodas y hostiles. Convocamos a las tres cámaras de empleadores para mejorar la calidad de vida de nuestros trabajadores. Hay mucha informalidad y trabajo en negro, la precarización laboral es un grave problema. Veo este camino como una posibilidad de romper paradigmas y abrir camino a otras mujeres trans.” Alejandra recorre las demandas, la lucha y las conquistas igualitarias de la sociedad: “Tenemos muy poco acceso al trabajo registrado. La expectativa de vida no llega a 40 años y es porque caés en la discriminación y ese camino te empuja a la prostitución y sus peligros. En la Argentina hay un camino de ida desde la identidad de género, el matrimonio igualitario y ahora el cupo laboral trans. Hay que cambiar mucho más”. La mujer más visibilizada del SEARA es contundente con la realidad de la ampliación de derechos: “La ley que se votó brinda acceso al trabajo registrado para muchas personas y a la protección social que todos debemos tener y lo festejo”.
Un pliego completo de reivindicaciones
Viviana Benítez es Secretaria de Acción Social y Turismo de la Federación Gráfica Bonaerense y referente de mujeres sindicalistas de la Corriente Federal de los Trabajadores de la CGT. “En tal carácter, quiero que sepan que estamos contenidas y representadas todas aquellas mujeres, trabajadoras y diversidades, que sentimos que todavía falta. No queremos espacios vacíos de contenido, no queremos las mismas formas patriarcales disimuladas… queremos nuevas formas que contemplen nuestras necesidades y nuestras demandas como parte del colectivo feminista. Impulsamos cambios de leyes en los convenios colectivos, más capacitación para que todos sepan cuáles son sus derechos y puedan defenderlos; los cuadernillos (foto) son ni más ni menos que el fruto de las reuniones, charlas y debates que realizamos las compañeras/es del espacio. Hay que pensar acciones para lograr la inclusión, pero esto no sucederá si no logramos inclusión en la vida cotidiana, si no logramos deconstruir a la sociedad toda a través de leyes que les beneficie y sean cumplidas. Debe ser obligatorio en todos los gremios incorporar capacitación con materias como Género, LGTBI+, Ley Micaela, Convenios Colectivos de Trabajo, Historia del movimiento obrero, con respaldo universitario.”
Viviana es delegada del taller Avigrafica &Diseños, y señala las tareas que han asumido: “Veníamos trabajando para que en Diputados se dé media sanción para el cupo laboral trans. Hoy es ley. Trabajamos hacia adentro de los sindicatos el convenio 190, que se promulgó. Propiciamos el armado de una mesa sindical sobre los trabajos de Cuidado (TDCNR) y hoy es tema de agenda, también realizamos trabajos sobre economía de cuidado junto a las compañeras de Personal Auxiliar de Casas Particulares. Trabajamos en unidad para decirle No al Fin de las Moratorias Previsionales.”
Mónica Ameneiros, de la Asociación de Personal Aeronáutico (APA), ubica “al sindicalismo, como al fútbol, entre los lugares más machistas patriarcales que se resisten a la inclusión de mujeres y disidencias. Está la ley de cupo pero en la mayoría de los sindicatos no se cumple—se queja–; no les interesa nuestra agenda ni nuestra participación en la actividad político- sindical. Tenemos un gran desafío al que no vamos a renunciar en representación de nuestres compañeres como dirigentas sindicales. Ya estamos en ese camino y no hay retroceso. Nos deben el derecho a estar en las fotos y en la toma de decisiones. Aunque el cupo femenino no debería existir si esta fuera una sociedad igualitaria, es necesario por ahora, y gracias a Cristina pusimos una agenda de igualdad en los sindicatos: Interrupción voluntaria del embarazo (las trabajadoras tambien abortamos). Ni una piba menos por aborto clandestino, licencias por cuidados, y otros temas que hemos recorrido. Este camino que inicié en mi sindicato sumó al feminismo en mi vida y todo se transformó. Y todo lo seguiremos transformando para que reine en el pueblo el amor y la igualdad. HLVS”, remata Ameneiros esperanzada. Agradezco a la compañera Karina Nicoletta de la secretaría de Género de AGTSyP (Sindicato del Subte) la orientación general para la confección de esta nota. Todo lo escrito es de mi única responsabilidad.
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