(Por Luis Autalán @luisautalan / Fotografía Ariel Gaspardi) Gildo Onorato es el secretario Gremial de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular , y plantea que el presente abre la posibilidad de lograr avances contra la pobreza y la desigualdad. Desde ese prisma realza la adhesión al Frente de Todos y al Gobierno, más allá de las divergencias. Realza la necesidad de democratizar y desconcentrar la economía y promover beneficios para un mercado de trabajadores que no forman parte del esquema registrado. Destaque para el rol de Cristina Fernández y una frase que sintetizó en cuanto a dignidad y justicia social para que «cuando alguien vaya a cagar no quede a pocos metros de sus pies esa materia fecal por la falta de cloacas». El desafío aparece notorio y claro hacia 2023 para el dirigente social.
En una mañana habitual aparece rodeado de jóvenes en medio de contactos vía celular, al mismo tiempo que está pendiente de la información por medios y redes sociales. A los 43 años destaca a su compañera e hijos como el sostén que cura todos los males del estrés. Originario del Movimiento Evita, donde desempeñó variopintas responsabilidades se prepara un mate, invita café y ofrece alguna sonrisa entre chanzas futboleras sobre estilos y grietas del bilardismo de su Estudiantes de la Plata y nuestra simpatía hasta intelectual con César Luis Menotti. Nada grave.
Minimiza cortés esos amagues considerando que «El León» también hace a la buena escuela de equipos a cargo del Narigón en los 80′ como también de Alejandro Sabella como DT, se emociona al citar al fallecido entrenador. Atento a cada detalle como obliga la mística Pincha, no confirma ni desmiente que haya tenido ofrecimientos para participar en política como candidato a legislador u otras responsabilidades.
Tiempo de considerar entonces que su agenda no sabe de demasiado descanso en una organización donde confluyen Barrios de Pie y la Corriente Clasista y Combativa, los movimientos sociales peronistas de buen diálogo con el Gobierno. Ante la consulta puntual sobre algo delicado como el estrés por la cantidad de pedidos de ayuda que su organización recibe a diario, en la más variada y crítica gama, desliza que cumple una rutina física rigurosa para aliviar tensiones. «Y los jueves con algunos viejos como yo es compromiso de honor juntarnos para jugar al básquet».
En la charla con InfoGremiales Gildo Onorato acepta y remarca que la labor social y política puede semblantearse con un asado de esos que realzan a quien prende un buen fuego, mantiene las brasas en nivel sostenido, cuida la parrilla como se debe y ni por casualidad arrebata la carne. Asado, pasión de multitudes y bajo inflación sostenida en el país de la furia. Punto de inicio para comenzar una conversación:
«La militancia que desarrollo con compañeros y compañeras tiene que ver con quién soy, de donde vengo, dónde nací. Hablo de identidad y mi historia, no llego a considerar cuál sería mi vida desde otro lugar»
Gildo Onorato
-Es una simpática metáfora hacer un asado como se debe y las responsabilidades sociales, sindicales y políticas. En esta etapa es muy importante poder construir estabilidad y equilibrio. Es lo que quizás nos debemos desde hace años en la Argentina. Hubo momentos de crecimiento y otros que no, pero el serrucho siempre terminó yendo hacia abajo en cuanto a indicadores sociales. Lo que nos está faltando es generar una serie de políticas de Estado que sean duraderas y superen al tiempo para evitar que cada 4 años debamos comenzar desde cero. Y esa construcción se debe realizar con los sectores sociales, hablo de los productivos, del trabajo, del empresariado y también de la banca. ¿Por qué no? Se necesita de una clase política que represente a todos los sectores.
Porque si bien en este siglo XXI la política se superprofesionalizó en intensa medida también se distanció de la necesaria representatividad sectorial. Me refiero a una distancia tomada de la realidad concreta de la gente. Y el daño, en forma directa, es para la democracia. Hace algunos años Cristina dijo que «hacen falta gobiernos que se parezcan a sus pueblos». Esas palabras son una gran definición de lo que necesita nuestro país. Porque avanzar sobre la esencia de ese concepto nos hará lograr planificación, estabilidad, un proyecto de mediano y largo plazo. Una propuesta de Nación es lo que le falta a la Argentina. Hay dos grandes modelos: el de la Generación del 80 y el Peronismo, pero nunca se pudo concretar una propuesta integradora y eso es lo que revela esta esta crisis.
-Si hablamos de modelos de país, usted con 43 años y riqueza intelectual apreciable cómo se le reconoce, ¿Alguna vez, enojado, llegó a pensar que en la derecha la tendría más fácil?
-Para mí eso no es ni siquiera una posibilidad. Provengo de un sector social humilde. La militancia que desarrollo con compañeros y compañeras tiene que ver con quién soy, de donde vengo, dónde nací. Hablo de identidad y mi historia, no llego a considerar cuál sería mi vida desde otro lugar.
-Se lo pregunto porque a veces llego a considerar que el mundo sería mejor sin periodistas
-(risas) Mirá, por supuesto que si la búsqueda para una salida es individual hablar de la derecha es una opción. Ahora cuando tenés en claro que una decisión de tu grupo, tu espacio, tu colectivo implica a cientos de miles de compañeros y compañeras cualquier búsqueda individual ni siquiera es opción. Nuestro gran desafío es saber que nuestro tiempo es finito como la vida de un trabajador, un dirigente. Hay que asumir que no vamos a resolver los enormes dilemas de nuestra sociedad. Lo que sí vamos a lograr es subir algunos escalones hacia un proyecto de Nación más justo. Y considerar que quienes vendrán detrás nuestro no iniciarán la subida desde cero, sino algunos escalones más arriba. El sentido de la trascendencia no está vinculado solo a lo religioso, el cual es un camino que eligen muchos y muchas. El sentido de la trascendencia también implica asumir que somos un eslabón en un proceso de lucha, esfuerzos, pelea.
-¿Qué ejemplo me daría en cuanto a casos cercanos?
-La UTEP, y me refiero a la economía popular, a los sectores que la componen. Porque llevó 27 años consolidarse. Te hablo de algo que comenzó con los levantamientos de Cutral Có, Plaza Huincul, Tartagal, los primeros levantamientos de los desocupados, en el 93 y el 94. Y la personería social de la UTEP la conquistamos en 2021. Estamos hablando de los sectores de desocupados, de los que no tienen patrón y los precarizados. En los 90 con 16 años yo no tenía conciencia de todo este fenómeno social que describo. Hoy sí. Esas peleas del pasado reciente me llevaron a la representación gremial que hoy tengo como una enorme responsabilidad. Esto también significa que este tipo de procesos en los pueblos son largos, si uno toma conciencia de esa realidad surgen definiciones cruciales. Por un lado nos lleva a una mayor serenidad para analizar, interpretar y decidir y además nos aleja del ego para considerar que somos los que tenemos que resolver todos los problemas. Lo cual no nos exime de la obligación para que en ese camino nuestro sector siempre pueda alcanzar un escalón más arriba.
-¿La meritocracia, su prédica y ponderación, cortan como una navaja a quienes comparten su mirada o es sólo otra herramienta de la derecha para que nada cambie?
-El liberalismo, desde siempre, marca tendencia para exaltar el individualismo por sobre lo colectivo. Lo hace en todos los aspectos y es un problema. Mujica decía que los pobres no pueden desarrollarse o encontrar justicia salvo en forma colectiva. Los sectores de trabajo, los populares, nos podemos desarrollarnos si no construimos una propuesta que nos contenga. Vos podés lograr cierta gratificación, un mejor pasar y está bien que así sea porque a nadie le gusta que algo le falte. Ahora cuando tomás conciencia que sos parte de un colectivo, de procesos de lucha, eso implica identificarse con aquellos que tienen la piel con el color de las aguas del Río Paraná, sabiendo que también venís de ahí, entonces tenés muy claro que la meritocracia a lo sumo puede ser una opción pero de ninguna manera la salida. Caso contrario estarás dejando en el camino a los hermanos, hermanas, compañeros, compañeras que son parte de tu familia y estamos hablando de gente que no tuvo las mismas posibilidades ni siquiera como una herramienta. Creo que estamos ante una oportunidad histórica, porque los movimientos populares nos hemos ganado un lugar en la realidad política. Esto fue producto de militancia, esfuerzos, lucha política. Este no es un momento para abandonar, todo lo contrario, es la ocasión para consolidar y además construir una propuesta superadora.
«No hemos abandonado las calles, aún acompañando el rumbo de este Gobierno. Porque el gran desafío que tenemos por delante es construir una propuesta política donde junto con otros sectores deberemos generar las transformaciones que nuestro pueblo está demandando»
-Le pido una referencia puntual para esa reflexión.
-Después de la crisis de 2001, donde los movimientos populares también fuimos protagonistas y con la llegada al gobierno de Néstor Kirchner, esos movimientos nos dividimos, nos fragmentamos. No teníamos una propuesta económica y social, nos disciplinamos ante la institucionalidad y tampoco construimos una propuesta política. Veinte años después hemos aprendido de aquella crisis y lo que te describía. Porque estamos unidos y tenemos un instrumento gremial, estamos empezando a esbozar una propuesta económica y social para nuestro sector. No hemos abandonado las calles, aún acompañando el rumbo de este Gobierno. Porque el gran desafío que tenemos por delante es construir una propuesta política donde junto con otros sectores deberemos generar las transformaciones que nuestro pueblo está demandando y exige desde nuestras bases sociales.
-En 2001 resistieron la tentación de adherir al «que se vayan todos» y frente a este Gobierno no podemos omitir una certeza, que los sapos a veces formen parte del menú del oficialismo.
-El «que se vayan todos» fue un momento donde coincidieron las agendas de los excluidos y los descartados con las de los sectores medios y los trabajadores integrados, que perdieron derechos y comenzaron a caer. Esa crisis del modelo de la convertibilidad sigue imperando en el mundo.
-Desocupados junto a los que reclamaban por sus ahorros, dólares y plazos fijos en 2001.
-Todos reclamos legítimos sin lugar a dudas, frente a un descrédito enorme de la clase política. Para estos días donde el liberalismo sigue siendo hegemónico en todo el planeta a diferencia de los 70 o los 80, no aparecen modelos alternativos a la vista, porque no existe el bloque soviético, colapsaron los modelos de bienestar europeos, ni tampoco están los nacionalismos árabes que fueron muy fuertes hace 40 años. Queda claro que no hay un modelo para imitar o decir «yo quiero ir hacia ahí».
-¿Y si faltaba un invitado especial, llegó la pandemia?
-Absolutamente. Con todo lo expresado tenemos a la Argentina y a los pueblos de Latinoamérica con un proceso de creación permanente, la cual nos debe llevar a considerar que más allá de que asome como una frase hecha, esta crisis de una vez por todas tiene que ser una oportunidad para construir un modelo más justo. Y como al principio de la charla hablamos de construir estabilidad, un proceso para incluir a todos los actores. El mismo Juan Perón dijo alguna vez «hasta con bosta se hace una casa». Por eso considero que no podemos ni debemos caer en los «purismos ideológicos». Tampoco en juntarnos sólo con los que somos y pensamos igual, el gran desafío para construir una Nación que les brinde justicia y dignidad a los que nunca las han tenido es reconocer que la lucha popular no implica generar crisis en forma permanente. Y repaso, la crisis de la salida de la dictadura, la de 1989, la de 2001, la de 2008 y la de Mauricio Macri nos hicieron más pobres a todos los sectores populares. Si queremos concretar una propuesta de Nación lo que necesitamos es estabilizar al país, para eso necesitamos de todos y eso incluye a los que somos o pensamos distinto. Me dirán que hasta puede sonar contradictorio, quizás. Ahora si no fijamos un punto para dejar de caer, se hará imposible lograr vivir sin crisis sucesivas.
-Cuando ante esta declaración de principios u otras, se encuentra con los negacionistas del fenómeno colectivo, los que todo lo saben. O le preguntan -en modo acusatorio- «vos de qué trabajás» y subestiman cualquier proceso de evolución social mayoritaria. ¿Qué siente?
-En primer lugar, siempre trabajé y tengo un emprendimiento textil que con muchísimos esfuerzos, vamos sosteniendo. Y desde ya que existen los estigmas, en la Argentina hay dos sectores que son estigmatizados en forma continua, los sindicatos, el sindicalismo y los pobres. Y entonces uno se pregunta por qué lo están. Si es debido a los medios hegemónicos o de quienes construyen supuesto sentido común a partir de esos mensajes u otros mecanismos no casuales. Sucede que en realidad somos estigmatizados porque desde los pobres y sindicatos se pueden cambiar las cosas. La clase trabajadora, sobre todo con la irrupción del peronismo puso bajo cuestionamiento los privilegios. De un tiempo a esta parte, los desocupados y los trabajadores de la economía popular hemos reivindicado las convicciones más combativas de esa clase trabajadora histórica para tener la dignidad que el Estado, los mercados y la política nos ha negado.
«Somos estigmatizados porque desde los pobres y los sindicatos se pueden cambiar las cosas. La clase trabajadora, sobre todo con la irrupción del peronismo puso bajo cuestionamiento los privilegios. De un tiempo a esta parte, los desocupados y los trabajadores de la economía popular hemos reivindicado las convicciones más combativas de esa clase trabajadora»
-Ya que citó a los hombres y mujeres con un color de piel similar a las aguas del Río Paraná. ¿Qué siente cuando algunos desde la pobreza militan o más por la derecha y el neoliberalismo?
-(silencio de reflexión) Suelo pensar en qué debemos hacer para revertir esa situación. Porque echarle la culpa al otro es lo más fácil. En política por lo general hace eso y si los partidos, las fuerzas políticas perdieron adhesión en las clases populares la responsabilidad está en los dirigentes. De ninguna manera en los/las pobres, los/las ciudadanos, los/las que deberían ser nuestros votantes. Hablamos no hace tantos días que era muy probable perder las elecciones legislativas. Porque a una familia le preocupa la salud, la educación, el trabajo y el morfi. Bueno la salud fue un tema de gestión con un excelente plan de vacunación en pandemia. Hasta parece que da vergüenza decirlo, y esto tuvo lugar producto de la disputa política que se generó respecto a la salud. La educación lo mismo, con un debate político furibundo que cayó en la grieta innecesaria entre presencialidad y virtualidad. El cual dejó de lado algo importantísimo, la desigualdad. Para la mayoría de los pibes de nuestros barrios, la prioridad a la hora de ir a la escuela, además de aprender es ir a morfar. La política se olvidó de esta realidad y transformó la discusión en otra cosa. Y en cuanto al trabajo, se perdieron puestos de laburo, changas, y un sinfín de complicaciones. Sumale a todo esto el incremento de los precios de los alimentos, mientras que 15 millones de personas en nuestro país demandan una asistencia alimentaria. Con este panorama que te describo considerá el desempeño electoral de los oficialismos en pandemia en diferentes países, está a la vista lo que les costó. Y sin olvidar que al peronismo siempre en elecciones intermedias, salvo en 2005, le fue mal.
-En la celebración por el 50 aniversario del Sindicato de Dragado y Balizamiento, su titular Juan Schmid citó una frase del Gringo Castro. «Nosotros también queremos escuchar el despertador para ir a trabajar. Pero no tenemos trabajo»
-La cita es clarísima, porque además hay una realidad que vemos en los barrios trabajo no es lo mismo que empleo. Fijate, para que exista empleo debe haber un empleador y con el trabajo no pasa lo mismo. La pandemia y antes del Coronavirus esto quedó muy claro, cientos de miles de familias generaron su propia base de subsistencia básica en razón del trabajo. Esto implica una nueva relación social donde esos hombres y mujeres generan sus propios ingresos. Como también que esa actividad tenga lugar muy lejos de aquellos que tienen un convenio colectivo de trabajo. Lo que estoy explicando significa un gran desafío para el sindicalismo tradicional. Esperar que el crecimiento económico resuelva los problemas ya no es una opción. Tampoco lo es creer que los planes sociales se tienen que transformar en empleo. Existen 1.200.000 planes sociales y los pobres son 18.000.000 de personas. En la economía popular hay tres segmentos claramente identificados, el primero es el de la pobreza estructural. El cual demanda mucha presencia del Estado, acompañamiento comunitario y políticas de reinserción. El segundo es el núcleo de la economía popular, desde donde reclamamos ampliación del monotributo social o monotributo inclusivo hace un montón de tiempo se encuentra estabilizado y debe llegar por lo menos a 8.000.000. Y es importante remarcar que esto apunta a reconstruir la relación fiscal de estos trabajadores y trabajadoras.
-Algo tan duro como expresar que esa gente “exista” en términos fiscales
-Para que existan, así es. Y no olvidemos el acceso al crédito no bancario a través de cooperativas, mutuales u otras instituciones para reconstruir una relación financiera de los emprendimientos familiares, comunitarios, proyectos productivos, unidades de desarrollo u otros.
-¿No se remite al auge de las cooperativas en el país, no es un reclamo nostálgico?
-No, porque esto es otra cosa. Porque además se necesita la reconstrucción de la relación comercial de toda la estructura de la economía popular. Y esto se tiene que dar desde incentivos a este tipo de producción, el compre estatal y vínculos con el mundo privado. Aquí me remito al tercer segmento que describía respecto del sector que puede reconstruir empleabilidad. Aquí resulta imperiosa la capacitación por un lado y articular con las pymes. Por eso cuando se quieren convertir los planes sociales en empleo decimos que estamos de acuerdo, pero ahí sólo tenemos una minoría de gente dentro de la realidad nacional. No abarca ni siquiera al millón de personas que tiene el plan Potenciar Trabajo, a lo sumo abarcará a un tercio de ese número. La economía popular nuclea entre el 25 y el 30% de la población económicamente activa. ¿Por qué este sector se tiene que vincular con las cooperativas y mutuales? Porque estas generan el 10% del PBI de nuestro país, y entre ese 25/30% y lo que refiero de las cooperativas y mutuales se puede desarrollar una sinergia capaz de dignificar el trabajo y empujar el crecimiento de económico desde abajo hacia arriba. De esta manera no habrá que esperar el «boom» del consumo que siempre va acompañado de inflación y estará dirigido a sectores medios o más integrados. Porque queda claro también que a nosotros el tan mentado «derrame», jamás nos llega.
«La crisis de la salida de la dictadura, la de 1989, la de 2001, la de 2008 y la de Macri nos hicieron más pobres a todos los sectores populares. Si queremos concretar una propuesta de Nación lo que necesitamos es estabilizar al país»
-Los liberales declaman sobre la pobreza estructural como una deuda de la democracia. Y muy poco se dice sobre la riqueza concentrada como nunca antes. ¿Está en ustedes sindicalistas y dirigentes sociales el machacar sobre que no a todos les va tan mal?
-Creo que allí se traza uno de los grandes problemas de la Argentina, del miedo de la clase política y no sólo de los sindicatos. Vivimos un auge del crecimiento económico desde 2002 a 2010, «a tasas chinas» como suele remarcarse. Fue un momento donde se construyeron niveles de dignidad y se conquistaron derechos como por ejemplo la AUH, que nosotros reivindicamos. El primer gobierno de Cristina fue el más redistributivo que tuvo la democracia en nuestro país. Conforme a esto en el mismo lapso se agudizó un proceso de concentración económica muy profundo y que para no irnos tan atrás en el tiempo ya venía de la última dictadura. Y hablo de un proceso fenomenal que abarcó el comercio interior, las tierras, de los formadores de precios y más, como nunca antes había sucedido. Por eso decimos que la gran cuestión para la Argentina es desconcentrar la economía, democratizándola, con incentivos a los pequeños productores agrícolas y de la economía popular. Para eso se requiere crear circuitos de comercialización, consumo en origen, reservas de mercado y más. Porque cabe preguntarse, ¿Cómo compite un pequeño productor lechero con los gigantes de la logística cuyos productos permanencen en góndolas durante semanas?. Y no olvidamos la necesidad de frenar la extranjerización del aparato productivo. Queremos discutir precios e inflación, ahora si no discutimos lo que estamos planteando vamos a volver a chocar una y otra vez contra la misma pared. Sin enfrentar a los monopolios no hay forma de construir otro modelo. ¿Me explico?
-Sí, a tal punto que asumo que no lo veremos nosotros ese cambio. ¿Lo podrán apreciar nuestros nietos? No digo un cambio absoluto, infiero sólo pequeños avances al menos.
-Creo y confío en que la institucionalización de la UTEP es un instrumento central para motorizar esos cambios que explico. Porque allí aparece la nueva relación social, los nuevos sujetos de la clase trabajadora que se están organizando. Para institucionalizarse necesita empujar hacia otro modelo productivo. Te dije que tenemos y estamos ante una gran oportunidad, donde nuestro sector puede motorizar esos cambios, atención no somos los únicos o principales protagonistas, de lo que no tengo dudas es que vamos a estar en ese proceso, porque ya estamos allí.
-¿No es un exceso de optimismo?
-No. Porque ya empezamos a discutir las políticas de Estado, la reconstrucción de las relaciones fiscales, financieras, ejecutivas y comerciales. La economía popular no tiene que ser sólo un sujeto social tiene que evolucionar rumbo a un actor productivo y económico para discutir las rentas, las riquezas del país y te repito no estamos tan lejos de empezar a construir ese modelo distinto.
-¿Desde allí se explica la presencia de la UTEP en la marcha del 18 de Octubre, su militancia en campaña a favor del oficialismo en las legislativas, la convocatoria en Plaza de Mayo el 17?
-Exacto, porque necesitamos construir un país para todos y todas, es el momento como nunca antes. Nuestro pueblo, si algo necesita es paz. Y eso se logra con inclusión y derechos, nosotros no pretendemos que los empresarios, el capitalismo y la banca no ganen. Lo que necesitamos es que los nuestros puedan vivir con dignidad. Y esto no hace a hablar de la “dictadura del proletariado” de lo que estamos hablando es de poder alimentarnos en nuestras casas con productos sanos y frescos. Ir a trabajar, al colegio, tener momentos, tener el derecho para el ocio y la distracción. De poder cagar en una vivienda y no ver que la materia fecal sale a flote a un par de pasos porque no tenés cloacas, de eso estoy hablando. No tiene que ser una utopía, porque no es tan difícil.
-Además de esa definición tan descarnada y gráfica de la dignidad, asoman en sus palabras conceptos de los que también habla, sin lugar a casualidades, el Papa Francisco…
-El remite a la esencia de la Doctrina Social de la Iglesia que existe hace mucho tiempo. El problema es que hay que hacerse cargo de los pobres. Y Francisco lo hace, tiene muy en claro que el modelo tecnocrático y liberal destruye mucho más que nuestra existencia con dignidad. Porque están destruyendo nuestro planeta. Para que los países del Tercer Mundo logren los niveles de consumo que tiene Europa, una parte de Asia y los Estados Unidos, bueno para eso, este planeta no alcanza. Se necesitan dos planetas y es lo que está planteado el Papa. Este modelo tecnocrático liberal está llevando nuestro mundo a su extinción, hasta Fidel Castro lo planteó. Palabras más o palabras menos hoy es más fácil imaginarse el fin de la humanidad que el fin del capitalismo. Cuando Francisco y los movimientos populares planteamos “Techo, Tierra y Trabajo” estamos hablando de esta cuestión fundamental. No pretendemos que ellos dejen de ganar. Lo que sí necesitamos es vivir con dignidad.
«Lo que necesitamos es que los nuestros puedan vivir con dignidad. Y esto no hace a hablar de la ‘dictadura del proletariado’. Hablamos de poder alimentarnos en nuestras casas con productos sanos y frescos. De ir a trabajar, al colegio, tener momentos, tener el derecho para el ocio y la distracción. De poder cagar en una vivienda y no ver que la materia fecal sale a flote a un par de pasos porque no tenés cloacas. No tiene que ser una utopía, porque no es tan difícil»
-Habló de Cristina y en este ciclo de entrevistas tenemos una pregunta que le realizamos a todos y todas. ¿A la actual vicepresidenta se le pasan más que facturas por ser mujer?
-Por supuesto. Por haber sido la primera presidenta electa y dos veces a través del voto popular, por haber encabezado el gobierno que alcanzó el mayor nivel de capacidad redistributiva y por otras razones queda muy claro que se lo quieren hacer pagar. Lo cual desnuda también un odio sobre lo popular como una revancha de género contra Cristina.
-Desde una visión lírica, movimientos sociales y egos dirigenciales no deberían coexistir. ¿Ahora, que los hay los hay, como en toda actividad organización humana?
-Nuestro motor deber ser reconociéndonos como parte de un colectivo. Uno puede tener mayor o menor presencia pública, como también más o menos responsabilidad, lo mismo sucede con el poder de decisión. Pero si vos atás tu prédica y tu práctica social a un colectivo es mucho más fácil administrar cualquier tentación individualista, narcisista u otras. Cuando vos despegás de lo colectivo lo que ganás es ser más vulnerable, más frágil.
-¿Con todo lo dicho y espiando lo que vendrá, qué ve?
-Como lo manifesté en su momento, no hay que dramatizar las PASO, ni el último resultado electoral eran previsibles. Lo raro hubiese sido ganar. Hoy el Gobierno y el Frente de Todos tiene posibilidades de recuperación porque la economía va a crecer, vamos recuperando la normalidad de nuestra vida mientras transcurre la pandemia. Tenemos a nuestro Gobierno a cargo del Estado y a la mayor fuerza política del país en cuanto a extensión territorial. Mirando a 2023 tenemos una gran posibilidad y pensando en ello desde ya que rumbo a esa definición habrá que resolver problemas.