(Por Jorge Duarte @ludistas) Tras las elecciones de medio término y en medio de las internas del oficialismo, Juntos por el Cambio proyecta su plan laboral para 2023. Equipos técnicos con viejos conocidos del mundo sindical, planes de reformas de largo aliento en diseño y visitas, de bajo perfil, a sindicatos «cercanos».
Desde hace algunos meses embajadores de Juntos por el Cambio visitan con frecuencia despachos sindicales. Sin demasiado estruendo y con bajo perfil, retoman contactos de su paso por la gestión y activan nuevos «cafés» para empezar a aceitar relaciones. Es parte de la idea, en la que trabajan varias terminales del espacio, de empezar a mostrar ideas en el ámbito laboral para 2023.
El más visible de esos «operadores» político-sindicales es el ex ministro de Trabajo Jorge Triaca, un hombre que gracias a sus consultorías nunca sacó los pies del plato sindical. Su labor más bien reside en la intermediación y en la apertura de puertas a los presidenciables. Una especie de RRPP con el mundo cegetista.
Pero lo realmente trascendente pasa por el armado de planes estratégicos para una potencial gestión, donde se cocinan los proyectos de reformas de largo aliento en el mercado de trabajo y en el mundo laboral que podría impulsar Juntos por el Cambio.
Otro que se mueve en ese sentido es Dante Camaño, el gastronómico porteño histórico alfil del macrismo en el distrito. El hermano de Graciela Camaño quedó empoderado por su pelea con su ex cuñado, Luis Barrionuevo, y ya visita despachos de la CGT. En Azopardo hay varios que tienen «cuentas» del pasado por cobrarle a «Bandeja» y lo reciben gustoso. Al margen de ese potente movimiento subterráneo, en lo visible se sumó al ruido mediático de los «halcones» que promueve la esquelética Confederación de Trabajadores y Empleadores (CTE).
La Fundación Pensar, histórico think tank del macrismo, había sido la primera en elaborar planes en materia de trabajo para el «regreso» a La Rosada. Sin embargo, su filiación institucional, los recelos entre los presidenciables y la falta de certezas respecto de cómo se resolverá la interna, congeló sus accionar. «Ni Horacio, ni Patricia quieren poner sus equipos a trabajar en Pensar si después eso se lo puede quedar el otro», graficó una alta fuente del espacio.
Un viejo conocido del mundo sindical y un hombre de confianza de Mauricio Macri que está aportando ideas es el ex ministro de Producción y Trabajo Dante Sica. Dentro del universo del PRO ya era una de las voces más respetadas respecto del mercado laboral y productividad. A eso le sumó contactos gremiales en su agenda aportados por su paso por la gestión.
Hoy, por orden del propio Macri, Sica está más cerca de Bullrich que del resto de los presidenciables. De todas formas eso puede cambiar. Nadie descarta que pueda ser un dirigente transversal y sumarse al equipo de gestión del candidato que termine siendo ungido por los «amarillos».
El otro proyecto que tiene más desarrollo y más horas de vuelo, y que por perfil se encuentra más cercano a una potencial candidatura de Horacio Rodríguez Larreta, lo encara Hernán Lacunza, el ex ministro de Economía de María Eugenia Vidal en la Provincia de Buenos Aires y de los últimos meses de Macri en Nación.
En él ocupa buena parte de su tiempo Milagros Gismondi, una licenciada en Economía por la Universidad Nacional de Mar del Plata que realizó una maestría en Políticas Públicas en la Universidad Torcuato Di Tella y que lo acompañó como subsecretaria de Hacienda de la Provincia de Buenos Aires.
Entre ambos coordinan una agenda de cambios que, por espíritu, está más cerca de las reformas sectoriales, como la que se realizó en Vaca Muerta bajo la gestión de Macri, que de una reforma laboral integral como la que promueve en los micrófonos Bullrich y que provoca amplia resistencia y rechazo sindical.
La idea es que esos proyectos, en diferentes direcciones, una vez que estén terminados se discutan y tengan consenso y acompañamiento gremial y empresarial. Desde adecuaciones legales hasta modificaciones de los Convenios Colectivos. Incluso, en algunos casos, señalan que la solución para algunos de los «problemas de productividad» más profundos de la economía no reside en cambiar los convenios, sino en aplicarlos tal como fueron concebidos.